MOTIVACION EN EL CONTEXTO DEPORTIVO (II)
Teorías sobre motivación en el contexto deportivo (2ª parte)
1ª parte: https://altorendimiento.com/motivacion-en-el-contexto-deportivo-1/
Teoría del establecimiento de metas
La Teoría del establecimiento de metas, establecida por Locke en 1968, se define como la motivación que tiene un individuo para ejercer una determinada actividad, a través de la emisión de conductas direccionadas que definen el nivel de esfuerzo que se tiene que ejercer para cumplir la meta u objetivo. Dicha teoría nos proporciona los fundamentos y procedimientos necesarios para poder llevar a cabo nuestras metas y conseguir el éxito deseado. Un buen establecimiento de metas –concretas, bien definidas y con cierta dificultad- permite que no se vaya a la deriva y
que se tenga control de lo que se desea realizar, logrando mantener la motivación y regulando el esfuerzo. Locke y Lataham (1990), sugieren los siguientes pasos para conseguir las metas u objetivos deseados. 1º) Determinar qué se desea conseguir (meta); con ello se orienta el objetivo para organizar las estrategias y los planes para conseguir lo deseado. 2º) Graduar plazos para lograrlo; éstos han de ser realistas y fijarse a corto, medio y largo plazo. 3º) Obtener resultados motivantes, que regulen el esfuerzo y aproximen la meta. Por último, los resultados que se vayan obteniendo deben poseer estándares de comparación para poder evaluar el proceso y el esfuerzo.
El establecimiento de metas en el deporte es considerado como sustancial para el desarrollo de los deportistas tanto en su instrucción como en las competencias. El entrenador es un agente mediador entre los deportistas y las metas establecidas; conocer las metas de equipo le permite establecer los grados de dificultad de acuerdo a la realidad del mismo; fijar metas a corto, medio y largo plazo incrementará la motivación. Las metas establecidas en un inicio pueden ser modificadas según sea la situación o circunstancias del contexto.
Para conseguir un mejor rendimiento es necesaria establecer compromisos de equipo, que habrán de estar relacionados y ser compatibles con las metas individuales. Asimismo, para que los deportistas se encuentren motivados es conveniente proporcionar retroalimentación que permita analizar objetivamente su participación y el rendimiento.
Teoría de la autoeficacia
Hace referencia a las habilidades y recursos de un sujeto para realizar con éxito una tarea, entendidas como aquellas capacidades que permiten a una persona percibir su propia eficacia (Bandura, 1977). En general, las personas que tienen un alto nivel de autoeficacia percibida tienden a realizar o ejecutar más exitosamente sus tareas que aquellas personas que demuestran un nivel bajo de autoeficacia. No obstante no siempre que se tiene un nivel de autoeficacia elevado se llevará a cabo, necesariamente, una ejecución excelente (Feltz 1988). Bandura (citado por Feltz, 1995), señala cuatro tipos de fuentes de información importantes para predecir la autoeficacia de la conducta del sujeto: logros de ejecución, experiencias vicarias, persuasión y estados psicológicos.
En el deporte, como en cualquier otro ámbito, es necesario poseer un buen nivel de eficacia y percibirlo apropiadamente, lo que permitirá desarrollar una capacidad adecuada para la ejecución de la tarea. No obstante, hay que tener en cuenta que igualmente negativo es el exceso de confianza en la propia eficacia que, por ejemplo, puede traer consigo la derrota en el deporte por subestimar al rival, o a ejecutar mal una tarea por no organizarse correctamente.
Algunos autores estableen ciertas pautas a seguir por entrenadores y deportistas para incrementar la percepción de eficacia de estos últimos: a) Los ejercicios que se planeen en los entrenamientos deben permitir al deportista aumentar su nivel de confianza para no abandonar; b) Los ejercicios tendrán una coherencia acordes a sus habilidades y capacidades físicas y psicológicas; c) Asimismo, deberán ser del agrado de los deportistas de modo que puedan demostrar las habilidades y destrezas que les requiere cada actividad; d) Para aumentar su confianza es necesario que las comparaciones del deportista sean con él mismo y no con sus iguales; e) El entrenador procurará reafirmar la importancia del gusto por la tarea y el mantenimiento de las
motivación intrínseca y no por el resultado (Joloy, 2006; Mancilla y Martínez, 2004; Torre, Cárdenas y García, 2001).
En el deporte, el ejercicio físico y, podría decirse, en la vida en general, es indispensable sentirse eficaz para incrementar el rendimiento y disminuir el abandono.
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Teoría de la Autodeterminación
Este constructo teórico hace referencia al significado que para un individuo supone participar en actividades que le permitan demostrar su competencia, su autonomía y su relación, variables psicológicas que intervienen en su motivación autodeterminada (Deci y Ryan, 1985, 2000, 2002; Balaguer, Castillo y Duda, 2008). La teoría tiene su fundamento en la orientación de los comportamientos voluntarios, que el sujeto elija qué conducta emitir en contexto del cual forma parte en ese momento.
Deci y Ryan (oo.cc.), destacan que la teoría de la autodeterminación está integrada por cuatro mini teorías: teoría de la evaluación cognitiva, teoría de la integración orgánica, teoría de las necesidades básicas y la teoría de las orientaciones de la causalidad, que a su vez se encuentran consolidadas o jerarquizadas.
En general, parece que los deportistas con orientación a la tarea y motivación intrínseca, puntuaron más alto en el perfil autodeterminado, mientras que los deportistas con orientación al resultado (ego) y desmotivación presentaron valores altos en el perfil no autodeterminado, lo que podría corroborar y fortalecer la validez explicativa de la teoría de la autodeterminación. Esta teoría, en el ámbito del deporte y el ejercicio físico, es considerada fundamental para que el deportista se encuentre motivado intrínsecamente y perdure más tiempo en su actividad (Moreno, Cano, González-Cutre, y Ruiz 2008).
Valoración y propuestas a modo de conclusiones
Como suele acontecer en Psicología, al intentar las teorías ofrecer explicaciones a partir de conceptos preexistentes a la propia Psicología, o claramente no psicológicos, sus interpretaciones suelen pecar de incompletas y, a veces, claramente especulativas. Por otra parte, aquellas que partan de concepciones distintas del hombre, además poder resultar o no erróneas, son inconmensurables entre sí, con lo que el sueño de algunas personas de aglutinar en una todas las teorías existentes acerca de un mismo fenómeno y el no menos erróneo aserto de que “todas tienen algo bueno (útil)”, resultan ilegítimos en su misma esencia.
No escapa a estos presupuestos el concepto de motivación que si bien en origen pudo tener un sentido genuinamente psicológico, en la actualidad forma parte del lenguaje común y su uso abarca acepciones ordinarias.
Las teorías seleccionadas más arriba constituyen un reducido espectro de las muchas existentes, y quizá representan las más clásicas (Logro, Ansiedad) y las más actuales (Autoeficacia, Autodeterminación). Sin embargo, la que nos parece más efectiva es la del Establecimiento de metas, si bien más que una teoría –en sentido epistémico- resulta ser más un procedimiento para motivar a los individuos que han de rendir, bien sea en el deporte, en el trabajo o en otras facetas de la vida.
Desde nuestra perspectiva conceptual, el término motivación hace referencia a la mayor o menor probabilidad de que un determinado comportamiento sea llevado a cabo. Esta formulación resulta engañosamente simple puesto que, aun cuando el concepto sí lo sea (como debe suceder con todo concepto), tratar de determinar en la realidad una probabilidad concreta de emisión u omisión de una conducta determinada, por parte de un individuo específico, es tarea ardua ya que entra en juego “una constelación de variables” (Kantor, 196-) de índole disposicional -tanto situacionales como históricas- algunas de las cuales resultan difícilmente identificables, en particular las de tipo histórico por la imposibilidad de retrotraerse el individuo de facto a su
pasado y, desde luego, de poder alterarlo o manejarlo.
De esta forma, la mayor parte de los conceptos enunciados por otras teorías, en especial logro, efiacia (resultados), ansiedad, atribuciones, metas/objetivos u orientación –términos que en su mayoría corresponden al vocabulario ordinario, no técnico- hacen referencia a ese conjunto de variables disposicionales que forman parte del Campo conductual –de nuevo Kantor (196-)- e influyen, junto a otras, en la determinación de la probabilidad de ocurrencia de una conducta concreta.
Así pues, se haría necesario, por este orden:
1. Revisar los conceptos cuya existencia y validez como términos propiamente psicológicos damos por sentada a causa de la tradición histórica y el volumen de investigaciones y teorías acerca de ellos. En este pack entraría, lógicamente, el término motivación, como se ha indicado.
2. Identificar las variables reales y auténticas que están relacionadas verdaderamente con lo psicológico, entendido esto como un fenómeno emergente en el individuo humano a partir de su substrato bio-fisio-neurológico –incapaz por sí mismo de producir lo psicológico- y de su superestrato histórico social. Ambos en interacción moldearán lo psicológico, al menos en sus inicios, ya que progresivamente el ser humano –por medio de la experiencia y el aprendizaje- se va desligando de lo biológico, de lo concreto, del aquí y el ahora, de lo aparente y, gracias a la función lingüística y su mediación interactiva, el individuo parece volar solo, al margen de restricciones concretas y moviéndose en terrenos conceptuales, carentes de referencialidad puntual.
En suma, una visión diferente de la Psicología como fenómeno de la naturaleza, es conveniente; ya hay quienes apuntan en esta dirección que, humildemente, hemos esbozado más arriba.
Roberto J. García Sandoval*; José C. Caracuel Tubío**
Universidad Autónoma de Tamaulipas (México)*, Universidad de Sevilla (España)**.
Referencias
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