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7 May 2009

Actividades acuáticas para bebés perfil de las actividades ofertadas en centros deportivos de galicia

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Las actividades acuáticas para bebés cobra un mayor auge cada año. La presencia de numerosos estudios afirmando los beneficios de estas prácticas para los niños provoca una doble respuesta, por una parte un gran interés de los padres para que sus hijos participen en estas actividades y por otra parte una oferta de los centros deportivos para sus usuarios.

 
Autor(es): Xurxo García Castro; María Teresa Rodríguez Vázquez; Carina Señarís Pombo; Víctor Arufe Giráldez
Entidades(es):Facultad Ciencias Educación. Universidad de A Coruña
Congreso: V Congreso nacional de las ciencias del deporte y la educación física
Pontevedra– 7-9 de Mayo de 2009
ISBN: 978-84-613-1660-1
Palabras claves: Actividades acuáticas, bebés, infancia, salud.

RESUMEN COMUNICACIÓN/PÓSTER

Las actividades acuáticas para bebés cobra un mayor auge cada año. La presencia de numerosos estudios afirmando los beneficios de estas prácticas para los niños provoca una doble respuesta, por una parte un gran interés de los padres para que sus hijos participen en estas actividades y por otra parte una oferta de los centros deportivos para sus usuarios. Paralelamente a este crecimiento en la oferta deportiva para bebés algunos estudios advierten de la peligrosidad del cloro para la salud de los sujetos practicantes. En nuestro estudio hemos realizado un estudio descriptivo en una muestra de 30 centros deportivos de Galicia que ofertan esta actividad. Los resultados se aglutinan en tres ejes básicos: las características de la persona que dirige la actividad, las características de la propia actividad y por último las características técnicas de la piscina. Hallamos una ausencia importante de personal formado y cualificado, así como la falta de procesos de evaluación de la actividad. Por otra parte, se describen las características técnicas de las piscinas a estudio obteniendo un perfil de estas actividades. Como conclusión y una vez revisada la literatura sobre esta temática se ofrecen al lector una serie de recomendaciones básicas para obtener los beneficios de estas actividades en el practicante.

INTRODUCCIÓN

Cada día son más los centros deportivos y piscinas que ofrecen actividades acuáticas para bebés de 0 a 3 años. Estas prácticas aportan grandes beneficios al niño e influye muy positivamente en su desarrollo integral (ámbito psicomotor, cognitivo, afectivo, de relación interpersonal e inserción social). La natación para bebés representa simultáneamente un aprendizaje para los padres, pues les brinda la posibilidad de mantener un contacto intensivo con su hijo, y una ocasión para contribuir activamente en el desarrollo general de su hijo (Bárbara, A. 2006).

Así, algunos de los objetivos que se buscan en estas prácticas son los que se recogen en la tabla 1.

Tabla 1. Objetivos de las actividades acuáticas realizadas en la infancia (0-3 años). Modificada de Ahr. 2006

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 10

 

Sobre el desarrollo y evolución del bebé

Siguiendo a Piaget (1969), la etapa en el desarrollo del conocimiento en la que nos vamos a centrar será la etapa sensoriomotriz. Abarca desde el nacimiento a los dos años de edad. En esta etapa aparecen las capacidades lingüísticas, perceptivas y motrices.

En este periodo son importantes: la manipulación, el movimiento y aprender a organizar de forma hábil la información sensorial. Además, se adquiere la primitiva noción del “yo”, del espacio, del tiempo y la idea de casualidad. El juego que predomina es el juego sensomotor e individual (Delval, 1999). Jugar con su cuerpo: arrastrarse, andar, correr… y por qué no, nadar.

En esta etapa de juego sensomotor el niño obtiene placer al realizar ejercicios en lo que interviene la coordinación sensorial y motriz. En este momento el juego constituye una repetición de movimientos (reacciones circulares) y el aprendizaje de otros nuevos. Son sin objeto (Paredes, 2003). “puede observarse, pues, ya mucho antes del lenguaje, un juego de las funciones sensoriales y motriz que es un juego de puro ejercicio, sin intervención del pensamiento, ni de la vida social, ya que no pone en acción más que movimientos y percepciones” (Piaget, 1986).

“La forma primitiva del juego, la única representada a niveles sensoriales y motor, pero que se conserva en parte después, es el “juego de ejercicio”, que no entraña ningún simbolismo ni técnica alguna específicamente lúdica pero que consiste en repetir actividades adquiridas con un fin de adaptación: por ejemplo, el niño que ha descubierto por azar la posibilidad de balancear un objeto suspendido, reproduce en seguida el resultado para adaptarse a él, para comprenderlo, lo que no es un juego, ya que hecho esto, utiliza esa conducta por simple placer funcional” (Piaget a Inhelder, 1982:66).

Teniendo en cuento la importancia del juego en la etapa sensoriomotriz. Vamos aplicarlo al tema que abordemos en este trabajo.

Debemos reflexionar sobre la relación de esta etapa de desarrollo del niño, los reflejos atávicos o arcaicos y nuestra práctica. De este modo diremos que un reflejo es un mecanismo esencial para la supervivencia del bebé; teniendo en cuenta que los reflejos son las primeras habilidades motrices en el niño. Son conductas que se ponen en funcionamiento cuando aparece un estímulo interno o externo. Algunos de estos reflejos son: succión, búsqueda, prensión, prensión plantar, marcha, ascensión, reptación, babenski, moro, parpadeo, patear, tónico-cervical y la natación (si un niño es sostenido horizontalmente sobre el estómago en el agua produce movimientos sincronizados de brazos y piernas). Este reflejo desaparece hacia los 6 meses. Su significado se atribuye a posibles restos de conductas arcaicas (Delval, 1999).

Imagen 1. Evolución de las conductas de natación en el bebé. Tomada de Cairns, 1979, p18.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 10

Tal como muestra la imagen 1 cuando se coloca un bebé de menos de 3 meses en el agua realiza movimientos de natación bastante coordinados como los que se reproducen en la línea a. Entre los 3 meses y 1 año golpean el agua y producen movimientos desordenados (línea b). A partir del año son capaces de realizar movimientos voluntarios y deliberados (Cairns, 1979) y (Deval, 1999).

Este reflejo natatorio a menudo también es llamado “reflejo de la glotis”: cuando el agua entra en las vías respiratorias externas (boca o nariz) se bloquea la respiración en los bebés sanos, de forma que no pueda entrar el agua en los pulmones. Pero no les protege absolutamente de la posibilidad de atragantarse en una situación normal. Si el niño traga agua, cosa que ocurre en alguna ocasión, debe golpearse suavemente un par de veces en la espalda y hablar con él suavemente para tranquilizarlo, de esta forma desaparecerá rápidamente la sensación desagradable (Ahr, 2006).

Debemos situar el reflejo natatorio y el juego sensomotor o de ejercicio (0-2 años) como ejes fundamentales para llevar a caso nuestra práctica.

Edad de inicio de las actividades acuáticas

Para iniciar a los niños en las actividades acuáticas existen distintas opiniones sobre la edad que deben tener los participantes. Según Bretones (2006) se debe esperar al cuarto mes de vida ya que a esa edad termina de madurar el sistema inmunológico del niño. Es importante destacar que al final del año de vida es demasiado tarde para el inicio de la natación para bebés, ya que el reflejo de protección de la respiración ya ha involucionado (Bretones, 2006).

Para Ahr, se puede iniciar la natación a partir de las 6 o 7 semanas de vida. “Esta estimulación precoz para el movimiento tendrá un efecto positivo sobre las múltiples capacidades del niño que todavía están en desarrollo” (Ahr, 2006).

Características de las piscinas

La piscina debe ser de reducidas dimensiones (12 x 6 m. aproximadamente) y límites accesibles para facilitar la vigilancia del bebé. Con profundidad máxima de 1,50 m. y mínima de 1,10 m. (Franco, 2001). Aunque para Conde (1997), la profundidad de la piscina debe oscilar entre 0,6 y 1,20 m. para que tanto el profesor como los alumnos dispongan de libertad de acción.

  • La temperatura del agua oscila según autores entre los 27 º C y los 32 º C (Conde, 1997; Guerrero, 1998; Ahr, 2000; Heston, 2000; Franco, 2001; Pansu, 2002).

  • El tratamiento del agua debe ser muy controlado (2-3 veces al día o automatizado) (Franco, 2001).

El agua debe tener los datos bacterológicos óptimos en todas las piscinas: reciclaje constante del agua, la cual debe ser desinfectada y desinfectante, y evitar una cloración excesiva (Ahr, 2006; Pansu, 2002).

Acerca del posible riesgo del cloro para la salud del bebé

Algunos estudios, entre ellos el trabajo realizado en la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Lovaina en Bruselas por Alfred Bernard y cols. (2005; 2006) afirman que la práctica de natación para bebés en piscinas tratadas con cloro puede ser negativa para los infantes ya que el epitelio pulmonar de éstos se puede ver dañado, más tarde en la infancia, así como pueden desarrollar asma o alergias.

La exposición pasiva con el tabaco interactúa también con la práctica de la natación para aumentar la probabilidad de sufrir asma y bronquitis, dos desinfectantes que se utilizan a base de “cloro” al reaccionar con compuestos nitrogenados procedentes del sudor, saliva u orina de los nadadores, genera un ácido (mezcla de subproductos nocivos), entre los cuales los más irritantes son las cloraminas). Estas cloraminas se dividen en monocloramina y dicloramina (cloro combinado) y tricloramina (tricloruro de nitrógeno). La monocloramina y dicloramina son solubles en el agua. El tricloruro de nitrógeno es insoluble y una vez formado es liberado al aire. Es el que da a las piscinas el “olor a cloro”.

Al jugar o aprender a nadar, los niños inhalan y tragan gases y agua que contiene derivados del cloro. Por otro lado, los pulmones de los niños pequeños están todavía en desarrollo, por lo que son más vulnerables.

En contraposición a lo anteriormente comentado, un estudio reciente sobre la posible relación de la adquisición de asma y la natación (Goodman, 2008) concluye que la práctica de actividades acuáticas para bebés no es un factor que predisponga para padecer asma, si lo puede ser la exposición continua al cloro (permanencia de muchas horas en el agua a la semana) y cierta predisposición del sujeto.

Esta controversia en los hallazgos de los estudios plantean inevitablemente la pregunta de si las clases de natación para bebés en piscinas cloradas son seguras, ya que la mayor temperatura del agua y la contaminación orgánica favorecen la formación de subproductos de la desinfección con cloro.

Los bebés con el reflejo de la glotis no pueden evitar que pequeñas cantidades de agua clorada llegue a los pulmones una vez que el bebé salga a la superficie a respirar. Esto provoca cambios en el epitelio pulmonar. Según la Academia Americana de Pediatría, el riesgo de ahogamiento no se reduce por la participación en estos programas de natación. Hasta la edad de 4 años los niños no están listos para el desarrollo formal de elecciones de natación. La participación en tales programas podría dar a los padres un falso sentido de seguridad sobre la habilidad de su hijo en el agua.

MÉTODO

Se utilizó un cuestionario formado por 33 items cuya finalidad era la de analizar las características pedagógicas, físicas y técnicas de las actividades acuáticas destinadas para bebés, así como el perfil del monitor deportivo que imparte dicha actividad. Tras realizar el test-retest inicial se pasó el cuestionario a 30 centros deportivos elegidos al azar de toda Galicia. La recogida de datos se realizó el primer trimestre del año 2009 siendo analizados estos mediante el programa estadístico SPSS 16.0 para Windows.

RESULTADOS

Primeramente se exponen los resultados que describen al perfil del monitor que dirige la actividad. En segundo lugar se hace referencia a las características de la actividad y por último se describen las características técnicas de las piscinas donde se imparten las actividades.

a) Perfil del monitor:

Los resultados del estudio realizado a través de las encuestas arrojaron que la mayoría de los participantes trabaja solo como monitores, con una media de edad decimal de 30,07 años y una experiencia media en la dirección de esta actividad de algo más de 4 años. En cuanto al sexo la mayoría de los monitores que imparten la actividad son mujeres (61´5%) aunque no es un porcentaje excesivamente alto respecto al de los hombres (38´5%).

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 10

En relación a la formación, un 30,8 % de los monitores poseen el Ciclo de Formación Profesional en Actividades Físicas mientras que un 26´9% poseen estudios universitarios, concretamente la Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Por último destacar el alto porcentaje de monitores que apenas cuentan con estudios específicos para impartir dicha actividad, el 19,2% tan sólo disponen del título de Educación Secundario Obligatoria y un 15,4 realizó solamente cursillos de menos de 100 horas, hallándose estos sujetos en piscinas de titularidad privada

b) Características de la actividad:

El número de bebés por grupo en la actividad es de 8 sujetos con su respectivo familiar (padres, madres, abuelos, etc.). Las sesiones duran de media 32 minutos, y a la semana se hacen 1´5 sesiones de media; siendo así el volumen de actividad a la semana de una media de 45 minutos. Aunque se observa que los encuestados poseen una asistencia muy poco constante a la actividad. La cuota mensual que abonan los usuarios se sitúa en torno a los 10.78 € de media, en las piscinas de dominio privado el precio de los cursos es más elevado (30´0 €).

La edad media de los participantes se sitúa en 15´9 meses. En cuanto a los objetivos de la actividad, los encuestados pone como objetivos, además de los cuatro propuestos en la encuesta: mejorar la motricidad, aspectos psíquicos, sociales y afectivos los que marcan más de del 90% de los encuestados, la adaptación y familiarización al medio acuático (66%). En cuanto a los procesos de evaluación para comprobar si se cumplen los objetivos el 68% no hace ningún control específico o planificado previamente para verificar los avances en los objetivos propuestas, siendo sólo un 32% los que lo aplican.

c) Características de la piscina

En relación a las características de la propia piscina: el 88´5% de las piscinas, tanto de dominio público como privado usan como desinfectante para el agua cloro, siguiendo los intervalos designados por sanidad (entre 0´6 y 1´5 mg/l según estipula la actual ley), el 3´8 % ultravioletas y el 11´5% ozono, dentro de las piscinas que usan el ozono el 66´66% son privadas. La temperatura media del agua alcanza los 29 ºC. La profundidad media es de 1 metro y la máxima 1´4metros. El 48% de las instalaciones no tienen una piscina adaptada en cuanto a profundidad para esta actividad, y el restante 52% si. Y por último el nivel de pH ronda los 7´15 de media, ligeramente básico.

DISCUSIÓN/CONCLUSIÓN

A la vista de los resultados es alarmante que un gran número de los sujetos de nuestro estudio que dirigen esta actividad no posean la formación adecuada para impartirla. Los padres debieran ser críticos a la hora de inscribir a sus hijos a una actividad de este tipo y exigir al responsable de la instalación la contratación de personas formadas y cualificadas para su desempeño profesional. Asimismo el gestor deportivo debe velar por ofrecer un servicio de calidad y no intentar abaratar los costes de las actividades más aun cuando los sujetos beneficiarios son niños de cortas edades.

Por otra parte, hemos observado que en un 68% de los casos no se establece una evaluación de la enseñanza de la actividad, siendo de vital importancia esta evaluación para establecer los objetivos en el grupo y el diseño de las tareas y mejorar así el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Algo que se debe tener muy en cuenta en estas actividades acuáticas para bebés es que la metodología apropiada es el juego, ya que es la que utiliza el niño en esta fase de su desenvolviendo físico-psíquico para aprender, con lo que esta debería ser la tónica de las actividades planteadas en las sesiones (Piaget ,1969; Paredes, 2003; Delval, 1999), y nunca las prácticas relacionadas con la natación deportiva, pues estas no se deben iniciar hasta los 4 años, como recomienda la Asociación Americana de Pediatría.

El niño nace con una serie de reflejos que pueden ser aprovechados por este tipo de actividades. En primer lugar está el reflejo de natación, explicado en la introducción, que desaparece a los 6 meses (Delval, 1999), con lo que es el menos aprovechable debido a que sólo el 10% de las instalaciones deportivas admiten bebés menores de 6 meses. Otro es el reflejo de la glotis o reflejo natatorio (Ahr, 2006) el cual es más aprovechable, ya que desaparece al año de vida, a pesar de que un 20% de las instalaciones no admite niños menores de un año. Relacionada con estos reflejos está la cuestión de a qué edad debe empezar el niño la actividad, parece claro que a partir del año ya es demasiado tarde porque no se aprovecha el reflejo natatorio (Bretones, 2006), lo más complicado es establecer una edad universalmente aceptada y evidentemente adecuada de iniciación, así nos encontramos desde Ahr (2006) que defiende la iniciación a partir del primer mes, argumentando que tendrá un efecto positivo sobre las capacidades del niño, y a Bretones más conservador que nos indica que se debería esperar hasta los 4 meses porque es a esta edad cuando se culmina la maduración del sistema inmune.

En cuanto a los resultados obtenidos en relación a las características técnicas de las piscinas donde se imparten este tipo de actividades decir que al igual que otros estudios la temperatura media de nuestra muestra (29º C) se sitúa entre los 27 y 32 ºC que indican algunos autores (Conde, 1997; Guerrero, 1998; Ahr, 2000; Heston, 2000; Franco, 2001; Pansu, 2002). Respecto al nivel de cloro en todos los casos se sitúa entre los niveles exigidos por sanidad, a excepción de las piscinas que usan otros desinfectantes, los que también cumplen con la premisa de la introducción de la importancia de la correcta y constante desinfección del agua (Franco, 2001). Hoy en día, en estas piscinas el control que se lleva a cabo está mecanizado, y se garantiza que todo funcione y esté en los niveles adecuados, tomando las medidas de cloro y temperatura varias veces al día cumpliendo las especificaciones básicas que piden diversos autores como Franco. Otro aspecto del que se habla en la introducción y que también es una fuente de preocupación es el de la profundidad de las piscinas, ya que en las encuestas se revela una profundidad media mínima de 1 metro y una máxima de 1´4 metros, mientras que algunos autores (Conde, 1997) indican como idónea una mínima de 0´6 metros y una máxima de 1´2 metros.

Otro dato es que el 48% de estas actividades de realizan en las mismas piscinas de uso adulto. Con estos dos datos salta a la luz otro posible punto de inseguridad, ya que no todos los acompañantes tendrán el control suficiente como para mantener un total control sobre ellos mismo y sobre sus pequeños, a pesar de llevar puestos flotadores y otros elementos similares.

Otro factor importante y que analizamos detalladamente a continuación son los distintos desinfectantes que se usan en las piscinas y su repercusión en la salud de los pequeños. Este es quizá el punto más comprometido y donde imperan más factores. Por una parte la inmensa mayoría de las piscinas usan el cloro como desinfectante, a pesar de que el ozono, derivado del oxigeno, es mejor desinfectante que el cloro, y a priori menos perjudicial por la menor posibilidad de que se formen compuestos perjudiciales (Bernard, 2005). Otro desinfectante que parece tener las mismas ventajas respecto al cloro son los rayos ultravioleta. La gran desventaja de estos dos desinfectantes “alternativos” es su precio. Entorno al cloro coexisten en la literatura numerosos estudios que han demostrado la afectación de este elemento a la salud de los practicantes de actividades acuáticas (Carbonelle, S. 2002; Bernard, 2005; Bernard, 2006) pero en los últimos años se han realizado estudios que han demostrado que realmente si no son muchas las horas que pasa el sujeto en la piscina no debe haber ningún caso de asma ni alergias por el contacto con el cloro (Goodman, 2008).

Concluimos que la práctica de actividades acuáticas para bebés es saludable siempre y cuando se tomen las siguientes medidas:

  • Exigir al responsable de la instalación personal cualificado y formado.

  • No pasar muchas horas en el agua clorada con el bebé.

  • Evitar piscinas profundas y de uso común con adultos.

  • Observar siempre que los niveles de cloro, temperatura, etc. se sitúen entre los adecuados por la normativa vigente.

 

BIBLIOGRAFIA

  • Ahr, B. (2006) Nadar con bebés y niños pequeños. Barcelona. Paidotribo.
  • Bernard, A.; et al. Non invasive biomarkers of pulmonary damage and inflammation; Application to children exposed to ozone and trichloramine. Toxicol Appl Pharmacol. 2005; 206:185-90.
  • Bernad, A.; Nickmilder, M.; Respiratory Elath and baby swimming . Arch Dis Child. 2006; 91: 620-1.
  • Barbany, G. (2007) Los bebés en el agua. Una experiencia fascinante. Barcelona. Paidotribo.
  • Bretones, A. (2006). Natación para bebés. Efectos y beneficios para el niño. Ext., 28/11/2006. http://www.certamenfisioterapia2006.com/leer.php?id_texto=192
  • Carbonelle, S.; et al. Changes in serum pneumoproteins caused by short-term exposures to nitrógeno trichloride in indoor chlorinated swimming pools. Biomarkers. 2002; 7: 464-78.
  • Delval, J. (1999): El desarrollo humano. Madrid. Editorial Siglo XXI
  • Goodman, M; Hays, S.; Asthma and swimming: a meta-analysis. J. Asthma. 2008; 45:639-47
  • Granda, J. Alemany, I. (2001) Manual de aprendizaje y desarrollo motor. Buenos Aires. Paidos.
  • Franchek, D. Impacto sobre la salud de los compuestos utilizados en el tratamiento del agua en las piscinas. Estado de la cuestión. Apunts Med Esport. 2009; 161:42-7.
  • Paredes, J. (2003) Juego, luego soy. Teoría de la actividad lúdica. Sevilla. Wanceulen.

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