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16 May 2012

Percepciones de apariencia del alumnado de enseñanza secundaria

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El pasado año, 2011, se cumplió el centenario por el que las pruebas físicas pasan a ser una materia más a superar por todos los aspirantes a ser oficiales en el ejército.

Celebrar esta efeméride y dar a conocer un tema novedoso, como los inicios de la evaluación física para acceder a la enseñanza militar, es motivo más que suficiente para realizar una investigación, y ese es uno de los motores que mueven este estudio.

Autor(es): António Jorge Simões Dantas e Adolfo Péres Abellás
Universidadede vigo Departamento de Didáctica, Organización Escolar y Métodos de Investigación

Autor(es): Alberto Gómez Mármol1, Bernardino Javier Sánchez-Alcaraz Martínez1, María del Pilar Mahedero Navarrete2
Universidad de Murcia1, Instituto de Educación Secundaria Monte Miravete2

Congreso: IV Congreso Internacional de Ciencias del Deporte y la Educación Física. (VIII Seminario Nacional de Nutrición, Medicina y Rendimiento Deportivo)
Pontevedra, España, 10-12 Mayo 2012
ISBN: 978-84-939424-2-7
Palabras Clave: : Imagen corporal, autopercepción, secundaria

Percepciones de apariencia del alumnado de enseñanza secundaria

RESUMEN COMUNICACIÓN/PÓSTER

La satisfacción con la propia imagen corporal está cobrando cada día más importancia, ya que en ocasiones su alteración puede desembocar en conductas alimentarias inadecuadas y en el sedentarismo. En la presente investigación se ha administrado un cuestionario sobre imagen corporal a 95 alumnos de ESO. Los resultados reflejan un mayor descontento entre los hombres, así como una disminución del mismo al final de esta etapa educativa. No obstante, los valores son alarmantes por lo que toda la comunidad educativa debe concienciarse de esta situación y aunar esfuerzos para cambiarla.

Introducción

La autopercepción entendida como la concepción que un individuo posee sobre sí mismo (González & Ham-Chande, 2007) es un campo que está cobrando cada vez más relevancia dentro de las sociedades occidentales (Castro-Vázquez et al., 2005). En los últimos años, numerosos estudios han sugerido la importancia de la alteración de la percepción de la imagen corporal como un síntoma precoz para la detección de trastornos del comportamiento alimentario como la anorexia y la bulimia (Sánchez-Villegas et al., 2001; Thompson et al., 1991; Vidal, 1997). Los sujetos con elevados niveles de descontento con su imagen corporal son mucho más propensos a incurrir en conductas alimenticias inadecuadas, como las ya citadas, así como en conductas cercanas a la inactividad física: depresión, ansiedad, obesidad, etc. (Thompson & Chad, 2002; Ricciardelli & McCabe, 2001).

La modificación de los hábitos alimentarios para conseguir una imagen adecuada a la estética dominante constituye un problema de salud emergente en las sociedades ricas (Abraham, 2003; Boschi et al., 2003; Cuadrado, Carbajal y Moreiras, 2000; Montero, Vernis, Varea y Arias, 1999; Núñez, Carbajal y Moreiras, 1998).  La obsesión por la delgadez y la insatisfacción corporal son variables asociadas a trastornos de alimentación que están vinculadas al modelo estético corporal vigente (Cruz & Maganto, 2002). La gran presión social a la que se ven sometidos determinados estratos de la población, en particular mujeres, adolescentes y jóvenes, con la imposición de un modelo estético de extrema delgadez, hace que la preocupación por la imagen corporal haya transcendido al mundo de la salud, tanto física, como mental (Haizmouitz, Lansky y O´Reilly, 1993; Killen et al., 1996).

Los profesionales que trabajan en este campo utilizan a menudo la percepción de la imagen corporal como medida de la autoestima y del grado de satisfacción con la propia imagen (Dowson & Hendersen, 2001; Stevens, Kumaylka y Keil, 1994; Thompson & Gray, 1995).  Sin duda, múltiples factores biológicos, sociales y culturales modulan esta percepción, pero en algunos casos estos factores son difíciles de valorar (Gittelsohn et al., 1996; Gupta et al., 2000). Habitualmente se procede a la comparación de parámetros objetivos, es decir, peso y talla medidos por el investigador, con los valores autorreferidos por los sujetos del estudio (Stewart, 1982; Stewart et al., 1987).

También se ha demostrado la relación inversa, es decir, a mejores niveles de autopercepción, mayores posibilidades de inicio y mantenimiento en programas de actividad física (McAuley et al., 2003; Raich 2004). La percepción de apariencia se constituye como un factor muy importante de cara a la participación deportiva. Esto se ve reflejado en las relaciones positivas entre aquellos grupos que muestran mayores niveles de actividad física y aquellos que muestran mayores niveles de percepción de apariencia. Estudios realizados por López, Findling y Abramzón (2006) mostraron resultados en los que, teniendo en cuenta la variable sexo, los varones obtuvieron una mejor autopercepción de sí mismos que las mujeres, con la gran influencia del entorno para la fijación del autoconcepto (Alonso & Román, 2005; De la Torre, García, Villa & Casanova, 2008; Pastor, 2007).

La influencia sobre las autopercepciones de esta presión social a la que se está haciendo referencia con las motivaciones para la práctica deportiva confirma que las chicas se preocupan más por perder peso y los chicos por perder peso y ganar masa muscular (McCabe & Ricciardelli, 2005). Dentro de este grupo de jóvenes motivados por perder peso, cabe destacar que está formado por hombres con sobrepeso y por mujeres que o bien tienen sobrepeso o bien se perciben con sobrepeso (Ingledew & Sullivan, 2002), realidad que vuelve a poner de manifiesto las diferencias en el ámbito de la autopercepción de apariencia entre hombres y mujeres.

Se pueden aportar cifras que apoyen esta afirmación al remitirnos a la investigación llevada a cabo por Montero, Morales y Carvajal (2004) como son las siguientes: el 52,3% de los hombres y el 38,7% de las mujeres eligen modelos que corresponden a sus IMC reales, es decir, los hombres se autoperciben más correctamente que las mujeres. El 29,2% de los hombres se ven más delgados de lo que son y el 18,5% más gordos. El 8,6% de las mujeres se ven más delgadas de lo que son y el 41,1% se autoperciben más gordas. Las mujeres con valores de IMC real correspondientes a normopeso y sobrepeso (IMC entre 20 y 29,9) se ven más gordas de lo que son en realidad, mientras que las obesas (IMC>30), se autoperciben más delgadas. Por el contrario, los hombres con normopeso y los obesos se autoperciben más delgados de lo que son mientras que los que presentan sobrepeso se clasifican correctamente. Cabe destacar que esta motivación por el control del peso es una motivación de carácter extrínseco, un carácter que ofrece menos posibilidades de adhesión y mantenimiento en la práctica deportiva que aquellos de carácter intrínseco (Ingledew & Sullivan, 2002).

Si se analiza esta temática buscando establecer una tendencia de evolución de las autopercepciones en función de la edad, estudios realizados por Ingledew y Sullivan (2002) en adolescentes concluyeron que las diferencias que encontramos a favor de los varones en los niveles de autopercepción de apariencia aparecen al comienzo de la adolescencia y van disminuyendo conforme avanza la edad, es decir, con el incremento de la edad se constataron reducciones en la intensidad del ejercicio que se producían paralelamente al desarrollo de una percepción negativa de su imagen corporal, afirmación apoyada por el estudio de López, Findling y Abramzón (2006).

El objetivo del presente estudio es evaluar la percepción de la imagen corporal de un grupo de jóvenes mediante el uso de modelos anatómicos que corresponden a determinados valores de índice de masa corporal, analizando la valoración que hacen sobre su situación actual y sobre la deseada.

Método

Para el presente estudio se contó con una muestra conformada por un total de 95 sujetos (48 hombres y 47 mujeres), con unas edades comprendidas entre los 12 y los 17 años (edad media 13,93 ± 1,59) escolarizados en un Instituto de Enseñanza Secundaria ubicado en la Región de Murcia, pertenecientes a los cursos de 1º y 4º de ESO, esto es, el comienzo y el fin de la Etapa Secundaria Obligatoria. Por otro lado, el instrumento utilizado ha sido el cuestionario BODY SHAPE (self-perceived) diseñado por Marsh (1990), en su versión traducida al castellano (Tomás, 1998), que cuenta con 9 figuras masculinas y femeninas ordenadas de menor a mayor Índice de Masa Corporal (valores desconocidos para los encuestados), debiendo señalar en primera instancia aquella figura con la que más se siente identificado y, en segunda instancia, aquella deseable en la medida en la que representa el ideal al que gustaría parecerse. De este modo se puede medir la insatisfacción con la imagen corporal de los sujetos como la diferencia existente entre la figura actual y la deseable.

El procedimiento empleado para la administración del cuestionario ha sido el desplazamiento personal hasta el citado centro de enseñanza, para asegurar la idoneidad de las condiciones en las que éste era rellenado, recordando de este modo en todos los casos el anonimato de las respuestas y la importancia de no dejar ningún apartado sin contestar. Finalmente, cabe señalar que para el tratamiento estadístico de los datos se utilizó el programa SPSS 18.0 para Windows.

Resultados y Discusión

La figura 1 muestra los resultados referentes al nivel de satisfacción de los adolescentes con su imagen corporal en función del género. En líneas generales podemos observar cómo el nivel de satisfacción es mayor en las mujeres que en los hombres, datos contrarios a los estudios de McCabe y Ricciardelli (2005) y López, Findling y Abarmzón (2006).

En la figura 1, se puede observar el nivel de satisfacción según los valores “satisfechos”, “poco insatisfechos” y “muy insatisfechos”. Estos datos confirman que el 20,8% de los hombres se encuentran satisfechos con su imagen corporal, por el 40,5% de las mujeres. Por otro lado, los resultados se igualan; encontrando el 47,8% de los hombres y el 46,8% de las mujeres “poco insatisfechos” con su apariencia física. Por último, confirmando los datos del párrafo anterior, para la categoría “muy insatisfechos” existen datos más elevados en los hombres (31,4%) que en las mujeres (12,7%).

Figura 1. Percepciones de apariencia del alumnado de enseñanza secundaria

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 21

 

Figura 1: Nivel de satisfacción de los adolescentes con su Imagen Corporal en función del género.

 

   La figura 2 corresponde a los resultados referentes al nivel de satisfacción de los adolescentes con su imagen corporal en función del curso académico. Los resultados muestran como el número de alumnos satisfechos es mayor en los estudiantes de 4º de ESO (38,8%) que en los de 1º de ESO (21,7%). Por otro lado, los escolares muy insatisfechos en 1º de ESO son el 26,2% mientras que en 4º de ESO son el 18,3%. De este modo, podemos afirmar que, a medida que avanza la edad, los adolescentes se encuentran más satisfechos con su imagen corporal.

 

Figura 2. Percepciones de apariencia del alumnado de enseñanza secundaria

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 21

 

 

Figura 2: Nivel de satisfacción de los adolescentes con su Imagen Corporal en función del curso.

Por último, la Tabla 1 muestra datos más específicos sobre la percepción de apariencia, cruzando las variables de curso y género. Se puede observar como las diferencias que encontramos a favor de las mujeres en los niveles de satisfacción en la autopercepción de apariencia aparecen al comienzo de la adolescencia, en el curso de 1º de ESO y van disminuyendo conforme avanza la edad, datos que contrarios a los del estudio de López, Findling y Abramzón (2006).

 

Tabla 1: Percepción de apariencia del alumnado de Educación Secundaria.

Tabla 1. Percepciones de apariencia del alumnado de enseñanza secundaria

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 21

 

Conclusiones

En la presente investigación se ha profundizado sobre las autopercepciones de apariencia de un grupo de adolescentes en un contexto escolar. Se trata de una temática muy importante, pues una alteración en la misma puede conllevar problemas de orden psicológico como la anorexia o la bulimia.

Así, conscientes de su relevancia, se ha administrado un cuestionario a 95 alumnos que inician (1º de ESO) o terminan (4º ESO) la etapa de la escolarización obligatoria y, por tanto, aquellos sujetos sobre los que con seguridad la comunidad educativa puede actuar. En este sentido, el análisis de los resultados refleja una realidad desalentadora que supone la necesidad de un trabajo arduo para combatirla. Sólo 1 de cada 5 alumnos (21,7 %) de 1º de ESO se encuentran satisfechos con su imagen corporal; no obstante, en 4º de ESO este dato consigue una buena mejoría (hasta el 38,8 %) aunque insuficiente. Debemos considerar que en este curso aún contamos con más de un 60 % de alumnos que no tienen aquella imagen corporal que desearían.

Por tanto, es tarea de toda la comunidad educativa el educar, no sólo desde los contenidos teóricos de cada asignatura sino con un ánimo de orden interdisciplinar, a los alumnos en esta materia de autopercepción. Aquí la asignatura de Educación Física adquiere un rol preferencial ya que es el espacio idóneo desde donde se debe despertar el interés por una práctica deportiva que, sin duda, puede contribuir a la mejora de la imagen corporal autopercibida de nuestros adolescentes; la sociedad del futuro cercano.

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