ENTRENAMIENTO DE FUERZA EN PREADOLESCENTES (II)
El entrenamiento de la fuerza adecuado a los niños en edad prepuberta (2ª parte)
1ª parte: https://altorendimiento.com/entrenamiento-fuerza-preadolescentes-1/
Desde una perspectiva tradicional, el entrenamiento de la fuerza ha estado vetado a los niños. Por miedo principalmente a generar interferencia en su proceso de desarrollo. Sin embargo, han sido demostrados los beneficios que puede reportar un entrenamiento de la fuerza apropiado.
Beneficios del entrenamiento de fuerza en niños
El entrenamiento de fuerza favorece el desarrollo y formación general de los niños y adolescentes Cerani (1990 en Carrasco y Torres, 2000). A continuación se describen más específicamente los beneficios del entrenamiento de fuerza en niños:
- 1. Mejora de los niveles de fuerza por encima del desarrollo normal (Lillegard y col., 1997; Faigenbaum y col., 1993; Pfeifferycol., 1986; Westcott, 1979; Faigenbaum y col. 1996 en Faigenbaum y col 1999; Hamill 1994)
- 2. Mejoras en la destreza y eficiencia deportiva (Lillegard y col., 1997 en Faigenbaum y col., 1999)
- 3. Puede reducir las lesiones en deportes y actividades recreacionales (Amercian Collage of Sports Medicine 1993; Hejna y col., 1982 en Faigenbaum y col., 1999). Evidencias sugieren que el entrenamiento de fuerza en la pretemporada puede reducir el riesgo de lesiones en adolescentes (Heid y col., 2000; Current comment from the American Collage of Sports Medicine, 1999 en Benjamín y col., 2003)
- 4. Puede mejorar favorablemente los parámetros anatómicos (Morris, 1997 en Faigenbaum y col., 1999). Destacando el incremento de la densidad ósea mineral (Rowald, 1990).
Estas conclusiones se basan primeramente en la ley de Wolf que describe la capacidad de adaptación del hueso a las demandas funcionales mecánicas. La modulación ósea es debida a las diferentes direcciones de carga por el impacto morfológico (Frost 1990 en Torvinen 2003), dicha carga esta determinada por la presión. Existen tres normas que rigen la adaptación ósea (Turner 1998 en Torvinen 2003):
- 1. Las adaptaciones óseas están conducidas por cargas estáticas y dinámicas.
- 2. Sólo una corta duración de carga es necesaria para generar respuesta adaptativa en el hueso.
- 3. Las células óseas se acomodan a la carga.
La otra ley que permite asegurar que el ejercicio influye positivamente en el tejido óseo es la ley de Delpech, la cual expone “que las zonas que corresponde a cartílagos de crecimiento sometidas a presión excesiva, responden con una inhibición y enlentecimeinto de su crecimiento, mientras que las que son sometidas a una tracción moderada responden con una aceleración de su crecimiento” (García Manso y col 2003).
Puede mejorar aspectos psicosociales (Holloway y col., 1988; Westcott, 1992 en Faigenbaum y col., 1999). Mejorando el autoconcepto en dos dimensiones competencia y valía (Greene e Iónico, 1995 en Carrasco y Torres, 2000). Consideradas mejoras positivas de la personalidad, que son las mejoras que observan Faigenbaum, 2000; Faigenbaum y col., 1996; Falk y col., 1996 en Benjamín y col., 2003).
La entrenabilidad de la fuerza en niños y los beneficios que el mismo puede reportarle queda justificada, y por ello asociaciones para la salud como ACSM, AAP, AOSSM y NSCA fomentan la participación de niños en programas supervisados de fuerza. Valga como ejemplo las consideraciones realizadas por la National Strength and Conditioning Association (1985) al respecto y que son recogidas por García Manso y col (1996, 2003):
- 1. Los chicos en edad prepuberal muestran ganancias de fuerza muscular con el entrenamiento de fuerza.
- 2. Éstas ganancias siempre que se deban a un entrenamiento apropiado, eliminan los riesgos de lesión derivados de la práctica de determinadas modalidades deportivas.
- 3. El entrenamiento de fuerza produce beneficios psicológicos, como mejora de la propia imagen y aumento de la propia autoestima.
Desarrollo de fuerza en niños
Los niños pueden incrementar su fuerza muscular por encima del desarrollo normal gracias a su inclusión en programas entrenamiento contra resistencia (Lillegard y col., 1997; Faigenbaum y col., 1993; Pfeiffery col. 1986; Westcott, 1979 en Faigenbaum y col., 1999). De acuerdo con Haywood (1993) la secuencia de aumento de niveles de fuerza sería, primero el cuerpo alcanza el pico de crecimiento en estatura (11.5-12 años en chicas y 13.5-14 años en chicos), posteriormente el crecimiento en peso se daría pasados 3-6 meses del pico de crecimiento de estatura, y por último, se daría el pico de ganancia de fuerza, 6 meses después del pico de ganancia de peso (Serrano y López Calbet sin año, Malina y col., 1991; Beunen y col., 1988 en Malina , 2003).
Las ganancias de fuerza en valores relativos son mucho mayores que las ganancias alcanzadas en valores absolutos (Sailor, 1987; Westcott, 1979; Sale, 1989) por lo que todo parece indicar que los jóvenes son menos entrenables si nos referimos a las ganancias absolutas de fuerza (García Manso, 1996).
El desarrollo de la fuerza transcurre de forma relativamente lenta entre los 7 y los 10 años (García Manso, 1996) a no ser que sea estimulada precozmente. Ese hecho está determinado fisiológicamente porque el número de fibras musculares queda establecido tras el nacimiento, pero el diámetro de las mismas se desarrollará paralelamente al crecimiento global del cuerpo del niño. Explicación que justifica porqué la fuerza en el niño evoluciona durante toda la infancia (Rowald, 1990 en Carrasco y Torres, 2000; Malina, 2003) puesto que cada centímetro cuadrado muscular correspondería a la posibilidad de movilizar 5-10 kilos (García Manso, 1996, 2003).
Está demostrado que las mejoras de los niveles de fuerza en niños no está relacionado con cambios en el diámetro muscular ni con mayor presencia hormonal. Weltmann y col (1986) aportan datos que relevan mejoras significativas de la fuerza a pesar de tratarse de prepúberes con bajos niveles de testosterona (menos de 20 ng/dL). Datos similares reportan los datos del estudio de Sewal y Micheli (1986 en García Manso, 1996) y el estudio de Tsolakis y col (2005) quienes observan cambios en los niveles de fuerza independientemente de los cambios en la actividad anabólica y androgénica en varones preadolescentes las ganancias de fuerza en niños se deben principalmente a las adaptaciones neuromusculares frente a los factores hipertróficos (Weltman y col., 1986; Faigenbaum y col., 1988; Webb, 1990 en Benjamín y col., 2003; Sale, 1989 en Faigenbaum y col., 1999; Guy y col, 2001). Estas adaptaciones corresponden a una mayor activación de unidades motrices de los músculos agonistas (Blimkie y col., 1989; Ramsay y col., 1990 en Benjamín y col., 2003; Hakkinen, 2004); reducción en la co-activación de los antagonistas; mejor co-activación de los sinergistas (Hakkinen 2004). Estas adaptaciones se observan en los resultados de los estudios de Ozmun y col (1992 y 1994) en los que se observan incrementos en la EMG tras el entrenamiento (Carrasco y Torres, 2000).
Parámetros de entrenamiento de fuerza en niños preadolescentes para la salud
Evitar lesiones debe ser un factor primario en el entrenamiento de fuerza para la salud en jóvenes. Frietzsche (1975) afirma que las lesiones y el riesgo de usar el entrenamiento de fuerza que se observan en el entrenamiento de jóvenes se debe a (García Manso y col., 1996):
- Falta de la necesaria adaptación condicional.
- Escaso calentamiento general y/o especial antes de la actividad.
- Manejo de cargas más altas que las que son capaces de controlar.
- Uso de equipos en malas condiciones o poco seguros.
- Insuficiente dominio de las técnicas de ejecución y patrones de movimiento.
Las lesiones por entrenamiento contra resistencias excesivo en edades tempranas está muy relacionadas con los tejidos conjuntivos (tendones, ligamentos, periostios, fascias y cápsulas articulares) y las estructuras óseo-articulares puesto que son muy plásticas y débiles, debido a su inmadurez. Los riesgos del entrenamiento excesivo serían principalmente el de peligro de malformación y pérdida de capacidad elástica (Domínguez de la Rosa y col., 2003).
Se puede resumir que un entrenamiento de fuerza para la salud debe controlar la metodología aplicada y los factores de ejecución de los ejercicios para evitar lesiones.
Sobre la ejecución se deben prescribir ejercicios que supongan un mínimo riesgo para la integridad y seguridad de los ejecutantes infantes (García Manso, 1999 en Heredia y col., 2004).
Factores de ejecución: Generalidades para la ejecución de los ejercicios para el entrenamiento de fuerza
Se deben prescribir ejercicios que supongan un mínimo riesgo para la integridad y seguridad de los ejecutantes infantes García Manso (1999 en Heredia et al., 2004). Para ello hay que entrenar buscando posiciones armónicas para evitar las lesiones (Devís et y col, 2000) y protegiendo las zonas de mayor riesgo, zona lumbar, rodilla y cintura escapular (Colado y Cortell, 2002; en Colado, 2004) Frietzsche (1975) afirma que las lesiones y el riesgo de usar el entrenamiento de fuerza que se observan en el entrenamiento de jóvenes se debe a (García Manso et al., 1996):
- 1. Falta de la necesaria adaptación condicional.
- 2. Escaso calentamiento general y/o especial antes de la actividad.
- 3. Manejo de cargas más altas que las que son capaces de controlar.
- 4. Uso de equipos en malas condiciones o poco seguros.
- 5. Insuficiente dominio de las técnicas de ejecución y patrones de movimiento.
Por lo tanto la prescripción y control de los ejercicios por parte del entrenador debe ser imprescindible para evitar lesiones y vicios a la hora de entrenar. Las consideraciones a tener presentes a la hora de controlar la seguridad de los ejercicios responden a la actitud tónico postural equilibrada (ATPE) (Heredia y col, 2005). La ATPE específica constituye el primer punto de apoyo sobre el que centrar la atención en la observación y control de los ejercicios y atiende a (Heredia et col., 2005):
- 1. Control global raquis.
- 2. Control del equilibrio pélvico.
- 3. Control del cinturón escápulo-humeral.
- 4. Estabilidad y asimetría.
- 5. Acciones articulares desaconsejadas.
- 6. Rango de movimiento.
- 7. Ventilación y ejecución de ejercicio.
Siempre teniendo en cuenta el principio de la unidad funcional, el cual dice que el organismo funciona como un todo indisoluble.
Autores: Iván Chulvi y Raquel Pomar.
Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Próximamente: Entrenamiento de fuerza en preadolescentes (3ª parte)
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