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4 May 2006

Anorexia nerviosa y otros trastornos de la conducta alimentaria. Datos para la detección temprana por el profesorado de educación física

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En los últimos años los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) han sensibilizado a la opinión pública y empieza a hacerlo con la política educativa. Aunque estas patologías siempre han estado presentes, lo que llama la atención es que sea en nuestra época…

Autor(es):Inmaculada Rodríguez Marín, Julio Herrador, Emilio J. Martínez López, María Luisa Zagalaz Sánchez
Entidades(es): Doctora y Licenciada en Psicología, Licenciado en Educación Física Doctor y Licenciado en Educación Física Doctora en Psicopedagogía y Licenciada en Educación
Congreso:I Congreso Internacional de las Ciencias Deportivas
Pontevedra: 4-6 de Mayo de 2006
ISBN: 84-611-2727-7
Palabras claves: Trastornos de la conducta alimentaria, anorexia, bulimia, educadores, y detección precoz

RESUMEN

En los últimos años los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) han sensibilizado a la opinión pública y empieza a hacerlo con la política educativa. Aunque estas patologías siempre han estado presentes, lo que llama la atención es que sea en nuestra época cuando han tomado una dimensión alarmante, hablamos de un trastorno que lleva a la muerte en un 10% de las personas que lo padecen, que se hace crónico hasta en un 35% de los casos. Nuestro propósito es que se tome conciencia del alto precio que se está pagando por mantener esta situación de deificación de la delgadez extrema. Si no revisamos nuestros valores esenciales, si no reflexionamos sobre el tema, si no ayudamos a flexibilizar las pautas que regulan nuestra sociedad y nos volvemos más tolerantes hacia lo diferente, cada vez más personas verán empeorada su calidad de vida. Por esto es importante destacar el rol que tiene cada uno de nosotros para detectar en su propio entorno a quienes puedan estar sufriendo esta patología, ya que ellos necesitan el máximo apoyo y comprensión de parte de las personas que les rodean, además de la ayuda que puedan proporcionarles para tener acceso a un adecuado tratamiento que les devuelva su salud y evitar futuras secuelas.

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TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

La búsqueda de la perfección tiene distintas formas de manifestarse. Hay TCA como la anorexia nerviosa (AN) que viene de la mano de la denominada “cultura de la delgadez”. La AN es el TCA más común, pero la lista se amplía; así es el caso de la bulimia nerviosa (presencia e atracones), la vigorexia (obsesión en torno al culto del músculo), la ortorexia (culto a los alimentos naturales, ecológicos y dietéticos), sin olvidarnos de los trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TCANE) que no concuerdan con los criterios para ninguno de los desórdenes del comer anteriores, pero que pueden ser igualmente graves. Todos estos trastornos comparten varios síntomas: desear una imagen corporal perfecta y distorsionar la realidad frente al espejo. Esto se produce porque, en las últimas décadas, ser físicamente perfecto se ha convertido en uno de los objetivos principales de las sociedades desarrolladas. Es una meta impuesta por modelos de vida en los que el aspecto físico parece ser el único sinónimo válido de éxito, felicidad e incluso salud. Para que una persona pueda ser diagnosticada como enferma con bulimia nerviosa (BN), debe cumplir con los siguientes requisitos: – Presencia de atracones recurrentes (un atracón se caracteriza por la ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo) y sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento. – Conductas compensatorias inapropiadas de manera repetida con el fin de no ganar peso, como la provocación del vómito, uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos, ayuno, y EF excesivo. La vigorexia es un trastorno mental denominado así por los psiquiatras estadounidenses Pope y cols. (1984). Los que la padecen tienen la obsesión por verse musculosos, se miran constantemente al espejo y se ven enclenques. Se pesan varias veces al día, siguen dietas bajas en grasas y ricas en hidratos de carbono y proteínas para aumentar la masa muscular y tienen más riesgo de abusar de sustancias como hormonas y anabolizantes (Vázquez y Ascué, 1999). Aunque se la denomina “la anorexia de los 90”, es un trastorno mental diferente; no es estrictamente alimentario, pero sí comparte la patología de la preocupación obsesiva por la figura y una distorsión del esquema corporal. El término ortorexia, que procede del griego “orto” (recto) y “exia” (apetito), fue acuñado en 1997 por Bratman en EE.UU., donde se cuentan por millares los ingresos por este mal. No existen datos oficiales sobre la prevalencia de esta patología en España. En el caso de la ortorexia el problema no radica en la cantidad de comida ingerida, sino en la calidad de lo que se come. Este trastorno alimentario de nuevo cuño nace del consumo exclusivo de alimentos naturales, ecológicos y dietéticos; buscan una pureza que no existe en la naturaleza, desprecian conservantes y medicamentos, pero son devotos de los remedios naturales. El nivel económico guarda una estrecha relación con esta propensión alimentaria, ya que llenar el “eco-biótico” carrito de la compra requiere un alto presupuesto, y no todos los consumidores pueden permitírselo. Comparten dolencias con el resto de TCA, tanto a nivel físico (anemia, hipovitaminosis y pérdida de masa ósea) como a nivel psicológico (los afectados sufren pérdida de sociabilidad; los restaurantes se convierten en lugares prohibidos para sus restrictivas dietas, rehusando invitaciones de amigos porque desconfían de lo que pueden ofrecerles; y es muy frecuente que aflore un enorme sentimiento de culpa cada vez que sucumben a la tentación de algo “poco puro”). La categoría TCANE se refiere a los TCA que no cumplen los criterios para ningún TCA específico. Para diagnosticar la anorexia nerviosa en un chico o chica, se necesita primero descartar una causa orgánica que esté produciendo la baja de peso. La AN es un trastorno psicosomático de raíz social, complejo y multicausal, caracterizado por una pérdida significativa del peso corporal (superior al 15%, según edad, sexo y altura), una distorsión de la imagen corporal, un intenso temor a la obesidad y la decisión voluntaria de adelgazar, de carácter fundamentalmente femenino y adolescente, que se da en las sociedades occidentales industrializadas, y donde, en los últimos años, el abuso del EF vendría a completar y complicar el cuadro (Rodríguez, 2004). Suele acontecer al final de la etapa puberal (13-14 años), aumentando el número de casos entre los 15-18. Aunque están aumentando el número de varones que padecen AN o algún TCA, la relación hombre/mujer continúa siendo de 1 varón por cada 9 mujeres. Quizá lo más alarmante sea que esta preferencia por tener cuerpos más delgados se está extendiendo a niñas de seis o siete años (Collins, 1991). No es de extrañar, sin embargo, si se tiene en cuenta que las niñas imitan a sus hermanas mayores, estando expuestas al mismo bombardeo estimular que relaciona belleza con delgadez, y hasta tienen representaciones simbólicas de este ideal en sus juguetes. Sólo hay que mirar a las muñecas con las que juegan: Bratz, My Scene o Witch y Barbie. La chica o chico que padece AN suelen presentar algunas características de personalidad comunes: gran necesidad de aprobación externa, perfeccionismo y escrupulosidad; expectativas muy altas y gran necesidad de complacer y acomodarse a los deseos de otros para afianzar una autoestima frágil. Entre los factores sociales que puedan hacer a una chica o chico más vulnerable a padecer un TCA se encuentran las separaciones y pérdidas (separaciones y conflictividad entre los padres, muertes, ausencias del hogar, choque cultural, etc.); relaciones sexuales o aproximaciones a ellas, que suponen nuevas demandas de adaptación, nuevas exigencias sociales; aumentos rápidos de peso, comentarios críticos o ridiculizadores de familiares, amigos o personas significativas; enfermedades físicas; fracasos personales (académicos, deportivos, relacionales…); etc. En los últimos años ha proliferado la práctica de ejercicio físico como medio para perder peso entre la población adolescente y como no entre la población anoréxica. Practicar algún deporte o realizar algún tipo de actividad física ya forma parte de nuestra vida cotidiana. Las modalidades son variadísimas, desde los aparatos domésticos que podemos utilizar en un mínimo espacio para intentar disminuir partes del cuerpo donde se nos acumula la grasa, al entrenador personal, los gimnasios, los centros especializados, las clínicas, las revistas y/o los amigos, nos ofrecen ejercicios para estar en forma, y además, para estar más delgados. Vivimos en una cultura del buen estado físico que encaja perfectamente con los comportamientos de la anoréxica. Dicha cultural exige disciplina, autocontrol y dominio, para conseguir una aceptable, socialmente, forma corporal, todos ellos, síntomas propios de la AN. Algo más de la mitad de la población femenina adolescente de nuestro país reconoce que practica o ha practicado ejercicio físico con la intención de adelgazar. Por tanto, restricción alimentaria y ejercicio físico constituyen los dos procedimientos básicos que nuestra sociedad ha consagrado para modelar el cuerpo. Están muy difundidos, son muy populares, y tienen la ventaja de ser francamente baratos. La chica anoréxica, por supuesto, incurre asiduamente en el ejercicio físico, pero no se trata sólo de procedimientos para perder peso, sino también como conducta compensatoria recurrente para eliminar los “excesos” alimenticios que tanto la sobrecogen. En resumen, las personas afectadas con un TCA presentan alteraciones de la imagen corporal; niegan su delgadez y sobredimensionan su tamaño corporal, pero además parecen no percibir correctamente los estímulos internos relacionados con el hambre, la saciedad y otras sensaciones (no responden al frío experimental, parecen tremendamente resistentes a la fatiga, etc.). Tienen dificultad para abordar e informar sobre sus estados físicos y emocionales (alexitimia). Cuando la persona, angustiada por el posible sobrepeso, sobreestima su volumen corporal, verá aumentada su ansiedad, incrementará la atención a su cuerpo e incurrirá con gran probabilidad en mayores distorsiones. Estas anomalías en la percepción interna alterarán aún más su vida, y los momentos de comer facilitarán la sensación de ausencia de control y, en consecuencia, la necesidad de ejercerlo.

ASESORAMIENTO PARA EL PROFESORADO DE EDUCACIÓN FÍSICA

El primer nivel de asesoramiento consiste en brindar orientación, consejos educativos y la adquisición de habilidades para resolver los conflictos; proporcionar a los educadores elementos que les ayuden a observar de una manera objetiva lo que ven, diferenciando claramente la observación de sus impresiones personales y tratando de tomar conciencia de la situación para aprender a reaccionar de la manera más adecuada. Planteamos unas recomendaciones generales útiles para los docentes ante las diversas situaciones que pueden vivir en el ejercicio diario de su profesión: A. ¿Qué pueden hacer ante la insatisfacción corporal?: – Desdramatizar y hablar con él o ella tranquilamente. – Recuérdeles las cosas positivas que sus amigos le ven. – No les suelte la charla en plan serio. – Hable de forma coloquial y con sentido del humor. – Explíqueles cómo se desarrolla el cuerpo y por qué. – Discuta la necesidad de destacar por tener el cuerpo perfecto. B. ¿Qué pueden hacer ante el perfeccionismo?: – Explicar que no es posible hacerlo todo bien. – Hacerles ver alguna situación en la que algo nos salga mal y desdramatizar. – Felicitarles por el esfuerzo en lugar de por los resultados. – Explicarles que como personas tenemos límites y nos equivocamos. – Enseñarles a reconocer, a comentar y valorar sus cualidades. – Hacerles ver que cada persona es distinta y que las comparaciones le van a hacer sentir mal. C. ¿Qué pueden hacer ante la baja tolerancia y la frustración?: – Explicarles que no todas las cosas se pueden conseguir en el momento. – Hacerles entender que no siempre se puede conseguir todo lo que se quiere. – Fortalecer su autoestima. Resistirán mejor los errores. D. ¿Qué pueden hacer ante la necesidad de control?: – Desdramatizar la importancia de controlarlo todo, explicarles que hay cosas que no podemos controlar. – Ser modelos poniendo ejemplos de cosas que no hemos podido controlar. – Explicarles que si nos obsesionamos queriendo controlar una situación nos podemos bloquear y no conseguir nada. E. ¿Qué pueden hacer ante la hiperresponsabilidad?: – No mantener esos comportamientos aunque al principio parezcan positivos. – Potenciar actitudes propias de su edad. – Hacerles ver que cuando se es tan exagerado con las cosas se acaba siendo muy inseguro. F. ¿Qué pueden hacer ante la necesidad de aprobación?: – Enseñarles que no podemos caer bien a todo el mundo. – Apoyarles para que expresen sus propias opiniones, aunque al principio les cueste expresarlas, después hará que se sientan mejor. Recuerda: No podemos obligar a alguien a buscar ayuda o cambiar sus hábitos. Si podemos ayudar mucho compartiendo nuestras preocupaciones, ofreciendo apoyo y sabiendo donde buscar mayor información. Personas que sufren cualquier TCA necesitan ayuda profesional. Esa ayuda existe y nos ofrece una esperanza para superar estos problemas. Nuestra labor es acercar esa ayuda a quien lo necesita.

BIBLIOGRAFÍA

Rodríguez, I. (2004). Prevalencia de la población de riesgo para anorexia nerviosa en el alumnado de educación secundaria obligatoria de la provincia de Jaén. Especial atención al uso excesivo del ejercicio físico. Tesis Doctoral. Universidad de Jaén. Vázquez, O. y Ascué, M. (1999). Nueva epidemia del culto al cuerpo. Revista Uruguaya de Sexología, nº 8, 9-29.

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