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8 Jun 2012

Aplicaciones actuales de la actividad física orientada al ocio en mayores: Revisión bibliográfica

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En los últimos años, se ha reforzado la evidencia de la capacidad de la actividad física en el tiempo libre (AFTL) para mejorar el estado de salud físico y de integración social de las personas mayores. En este contexto, se llevó a cabo una revisión bibliográfica con el objetivo de conocer las características principales de las AFTL de las personas mayores que más y mejores beneficios proporcionan.

Autor(es): Raquel Leirós Rodríguez, José Luis García Soidán.
Entidades(es): Universidade de Vigo.
Congreso: VII Congreso Nacional de Ciencias del deporte y educación Física
Pontevedra – 5, 6 y 7 de Mayo de 2011
ISBN: 978-84-614-9945-8
Palabras claves: Ejercicio, Prevención de Enfermedades, Envejecimiento, Relaciones Interpersonales.

Aplicaciones actuales de la actividad física orientada al ocio en mayores: Revisión bibliográfica

Resumen

INTRODUCCIÓN: En los últimos años, se ha reforzado la evidencia de la capacidad de la actividad física en el tiempo libre (AFTL) para mejorar el estado de salud físico y de integración social de las personas mayores. En este contexto, se llevó a cabo una revisión bibliográfica con el objetivo de conocer las características principales de las AFTL de las personas mayores que más y mejores beneficios proporcionan.
MATERIAL Y MÉTODO: Se realizó una búsqueda sistemática de publicaciones en bases de datos durante el mes de diciembre de 2010 a través de los descriptores de búsqueda: leisure activities, physical activity, older adults.
RESULTADOS: Se incluyeron 10 artículos entre los que se encontraban trabajos sobre el efecto de la AFTL en la salud (5), la influencia del entorno en la práctica de este tipo de ejercicio (2), las causas de la falta de adherencia de las personas mayores a la AFTL (1) y la prevalencia de la AFTL a lo largo de los años y con qué factores se relaciona (2).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES:Todas las intervenciones dirigidas a la promoción de la salud también deben considerar el efecto sobre el bienestar mental y el envejecimiento “exitoso” de los ancianos. La mayor parte de los factores asociados al abandono de la AFTL son subsanables ampliando la oferta de actividades de grupo especialmente diseñadas para esta población y facilitando que sean aplicadas por profesionales que puedan transmitir y asegurar la seguridad de estos programas. No se encontraron estudios que buscaran la determinación de los parámetros de entrenamiento más apropiados; recomendando, únicamente, superar el gasto de 1000 kilocalorías/semanales.

INTRODUCCIÓN

El envejecimiento de la población hace cada vez más grande el grupo diana de las intervenciones para la prevención y/o retraso de la morbi-mortalidad asociada a la edad y la mejora de la calidad de vida de las personas mayores1,2. Paralelamente, y en consecuencia, durante los últimos años han proliferado las investigaciones sobre los efectos de la práctica de actividad física en adultos y personas mayores.3-8

Fruto de esas investigaciones, se ha reforzado la evidencia de la capacidad de la actividad física en el tiempo libre (AFTL) para mejorar el estado de salud físico y de integración social de las personas mayores, mejorando diferentes factores que contribuyen al aumento de la calidad de vida de éstos; incluso de aquellos que padecen enfermedades crónicas, reduciendo la posibilidad de que dichas patologías causen discapacidad y/o fragilidad.9-12

Los adultos mayores necesitan sentirse conectados tanto social como emocionalmente con otros individuos de la comunidad y la práctica de AFTL supone una oportunidad para el establecimiento de esos vínculos1,13. De forma que, con la práctica de actividad física de ocio se actúa en contra de los tres principales tipos de factores de riesgo relacionados con la discapacidad: los biológicos, los psicológicos y los sociales.7

Por tanto, ayudar a las personas mayores a incorporar la AFTL como hábito supone una estrategia para mejorar su salud y bienestar, paralelamente a la reducción de la demanda de asistencia sanitaria y los gatos en atención a la salud durante la vejez.14-18

Se ha comprobado que la participación en más actividades no se relaciona directamente con niveles más elevados de salud física ni bienestar social1, de forma que todavía queda por definir qué actividades son aquellas que proporcionan más ventajas para la salud física a la vez que permiten a los participantes establecer y mejorar sus relaciones sociales. Esta cuestión y conseguir maximizar la adhesión de los participantes a estos programas de actividad19 suponen actualmente el reto de los gestores y planificadores de actividades de este tipo.

En este contexto, se llevó a cabo una revisión bibliográfica con el objetivo de conocer las características principales de las actividades físicas para el tiempo libre de las personas mayores que más y mejores beneficios proporcionan y, en consecuencia, suponen las herramientas más adecuadas para el mantenimiento de mayor calidad de vida y la consecución de un envejecimiento exitoso.

 

MATERIAL Y MÉTODO

Se realizó una búsqueda sistemática de publicaciones en fuentes de información (bases de datos y revistas electrónicas) cuya cobertura temática incluía las Ciencias de la Salud: Biological Sciences, CINAHL, ScienceDirect, ISI Web of Knowledge, Medline, Scopus, Sport Discuss, BioMed Central y EBSCO.

La búsqueda se realizó entre el 4 y 9 de diciembre de 2010 a través de los descriptores de búsqueda: leisure activities, physical activity y older adults (adaptados después a cada base de datos). Además, en los portales que permitían seleccionar las opciones de búsqueda, ésta se limitó a artículos publicados a partir de enero de 2006.

La primera selección incluyó todo tipo de publicaciones (trabajos originales de cualquier diseño, mini-simposios, revisiones bibliográficas, editoriales y consensos o normativas) sin tener en cuenta el idioma del texto ni la publicación de procedencia. Este proceso dio como resultado 208 artículos.

Procedimiento
Los artículos seleccionados tras la búsqueda fueron analizados de forma protocolarizada en base a: título, hipótesis, fecha de publicación, fuente documental de procedencia, diseño experimental, criterios de inclusión y exclusión de los sujetos de estudio, palabras clave, tamaño muestral y resultados relevantes.

Los criterios de inclusión y exclusión de esta revisión son:

Criterios de Inclusión:

  • Los estudios debían tener como muestra adultos y/o adultos mayores, independientemente de su diseño experimental.
  • Investigaciones en las que se evaluase una actividad en el tiempo libre relacionada con el ejercicio físico.
  • Las publicaciones debían estar en inglés, español, francés o portugués.

Criterios de Exclusión:

  • Artículos de revisión y editoriales.
  • Estudios de un caso.

 

RESULTADOS

De los 208 artículos analizados, 10 superaron los criterios de inclusión y exclusión de este trabajo. Entre estos se encontraban trabajos que estudiaban el efecto de la AFTL en la salud (5), la influencia del entorno en la práctica de este tipo de ejercicio (2) y un trabajo que estudiaba las causas de la falta de adherencia de las personas mayores a la AFTL (1). Además, otros dos estudios trataban de estimar la prevalencia de la AFTL a lo largo de los años y determinar con qué factores se relaciona. Se pueden observar más datos relativos a estos estudios en el Anexo 1.

Shaw et al20 se propusieron determinar si la disminución de los niveles de actividad física en el tiempo libre se relaciona con las limitaciones físicas que impone el envejecimiento o si es algún otro patrón de cambio el que provoca los cambios de actividad física de los adultos a lo largo de los años. Para tal fin recogieron datos longitudinales de más de 3000 adultos estadounidenses entre 1986 y 2002. Los resultados mostraron una evidente disminución constante del tiempo de ocio dedicado a la actividad física a partir de la mediana edad y, a medida que avanzaban los años, la reducción se hacía más drástica. Este cambio con el paso del tiempo es anterior a la aparición de problemas funcionales y de salud, lo que parece indicar que hay otros factores responsables del abandono de las actividades físicas en el tiempo libre.

  Por otra parte, en este trabajo también encontraron que las diferencias de género en la actividad física tienden a aumentar con el tiempo, habiendo un mayor abandono de la actividad física en las mujeres. Además, en este caso sí se encontró relación entre esta conducta y peores condiciones de salud. Finalmente, sus resultados respecto a los factores sociales, vincularon los niveles de actividad física más altos con las épocas en que los adultos estaban casados y bien integrados socialmente (no se encontró tal relación, para el factor de integración social analizado individualmente).

  Malmberg et al21 investigaron las asociación entre el tipo, duración, frecuencia e intensidad de actividad física en el tiempo libre y la dificultad para caminar y subir escaleras a través de la recolección de datos longitudinales de más de 5000 adultos finlandeses entre 1980 y 1996. Sus resultados indicaron que a mayor cantidad de actividad física, menor riesgo de desarrollar dificultades en la movilidad. Concretamente, la actividad física vigorosa (definida por los autores como aquella “suficientemente intensa para causar sudoración o dificultad para respirar”) practicada dos o más veces a la semana fue la pauta de actividad física que asoció un envejecimiento menos incapacitante. Por el contrario, el gasto energético o mayor cantidad de actividad física menos intensa no se ha relacionado como un factor prevención del declive funcional.

  Simoes et al22 examinaron la relación entre los niveles de AFTL, el índice de masa corporal (IMC) y la prevalencia de la dependencia para las actividades de la vida diaria (AVD) y las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD) de 2833 adultos mayores de 60 años. Sus resultados mostraron que la actividad física en el tiempo libre es independiente del desarrollo de dependencia para las AVD y las AIVD. Por el contrario, sí hallaron dependencia entre un IMC menor y el mantenimiento de la autonomía para las AVD y las AIVD.

  Lampinen et al23 evaluaron el papel de la actividad física y el ocio como predictores de bienestar mental en adultos mayores haciendo un seguimiento de ocho años a 663 personas. El bienestar mental, para este estudio, fue definido a partir de cinco dimensiones diferentes: presencia de síntomas depresivos y/o de ansiedad, la soledad, el significado de la vida y el vigor mental (este último transmitido a través de respuestas sobre su salud percibida, felicidad y satisfacción con la vida). Los resultados mostraron que más actividades de ocio se asocian directamente con mayor bienestar mental; sin embargo, la actividad física se asoció indirectamente con éste a través del mejor estado de la movilidad y la posibilidad de hacer más actividades de ocio. En cualquier caso, los resultados muestran una clara correlación positiva entre actividad física y mayor bienestar mental. Es destacable, el hallazgo acerca de cómo los hombres suelen compaginar actividades de ocio y actividad física como una sola tarea; mientras que las mujeres prefieren separarlos y participar con más frecuencia en actividades de ocio en las que las relaciones sociales tomen más protagonismo.

  Zaitune et al24 hicieron un estudio con el propósito de medir la prevalencia de la actividad física global y la realizada en como actividad del tiempo libre y con qué factores se asocian en los ancianos de Sao Paulo. Los datos obtenidos, de 1950 ancianos, no mostraron diferencias entre sexos en la prevalencia de la actividad física de ocio pero sí se asoció con aquellos ancianos que no eran fumadores, sin trastornos mentales y con un consumo de alcohol medio de 3 veces por semana. De especial interés son los motivos que dieron los ancianos para no practicar actividad física en el tiempo libre, entre los que se encontraban el miedo a hacerse daño, el cansancio, la presencia de enfermedades y/o discapacidades físicas, no tener compañía o no tener la posibilidad de incorporarse a un grupo o actividad programada de ejercicio.

  Martin et al25 comprobaron si la actividad física en el tiempo libre se asociaba con la utilización de servicios de salud en adultos mayores. Los datos obtenidos a través de las encuestas respondidas por 1000 ancianos, revelaron que los adultos con niveles más altos de actividad física habían pasado menos noches hospitalizados durante los doce meses anteriores.

  Tucker-Seeley et al26 investigó la asociación entre los factores socioeconómicos y la percepción de seguridad que tienen los ancianos de su barrio con la actividad física que practican en el tiempo libre. Más de 18000 ancianos participaron en este estudio que mostró que aquellos con mayor nivel socioeconómico eran también los que dedicaban más tiempo a la actividad física de ocio; la misma relación se encontró con los participantes que percibieron su entorno más seguro. Sin embargo, no hallaron relación entre ambas variables dependientes.

Cabe señalar que, sí se relacionó la mejor auto-valoración de salud como mediadora entre la asociación de mayor seguridad del barrio y más actividades de ejercicio en el tiempo libre.

  Jancey et al27 comprobaron la tasa de abandono de un programa de actividad física en el tiempo libre dirigido a adultos mayores y buscaron los factores a los que se asociaba. Para el estudio 248 ancianos practicaron un programa de ejercicio de 6 meses de duración, tras los cuales 86 participantes (35%) habían abandonado el estudio. El análisis de las características de la muestra reveló que el sobrepeso se asoció significativamente con el desgaste de la práctica de ejercicio. Otros factores que se asociaron fueron la menor eficacia de la marcha percibida por el anciano y su sentimiento de soledad (identificado a través de una serie de preguntas que hacían referencia indirecta a éste, como su sentimiento de satisfacción en la vida y su percepción de integración en la sociedad). Los factores ambientales no fueron significativos para el abandono. Además, entre los motivos que los participantes manifestaron acerca de su abandono se encontraban: los problemas de salud, otras prioridades a las que dedicar el tiempo libre y tener que madrugar para poder sacar tiempo para la práctica de ejercicio.

  Lan et al28 encuestaron a 2113 ancianos taiwaneses con la intención de conocer la cantidad mínima de ejercicio que se asocia con la reducción de la mortalidad de los adultos mayores. Los resultados no mostraron beneficios significativos, en cuanto a reducción de la mortalidad, entre aquellos que gastan menos de 1000 kilocalorías/semanales y los ancianos sedentarios. Sin embargo, a partir de esta cantidad (y superiores) sí se encontró un “efecto protector” de la mortalidad. La práctica moderada o intensa de actividad física en el tiempo libre se correlacionó más con la variable independiente que la mayor frecuencia o duración de las sesiones de ejercicio.

  Roux et al29 investigó si la disponibilidad de recursos está relacionada con los niveles de actividad física en el tiempo libre de adultos y ancianos. Los resultados, de los más de 2700 cuestionarios analizados, evidenciaron que la mayoría de los participantes que manifestaban practicar ejercicio físico en su tiempo de ocio lo practicaba en instalaciones que se encontraban a una milla a la redonda desde su domicilio.

 

DISCUSIÓN

Simoes et al22, en su estudio, concluyen que el mantenimiento de la funcionalidad para las AVD y las AIVD se relaciona con un menor IMC pero es independiente de los hábitos de AFTL; ante estos resultados, los mismos autores, señalan que pudo haber alguna confusión en lo que los participantes entendían como “actividad física en el tiempo libre” cuando se les encuestó sobre el tiempo dedicado a la práctica de ejercicio. En cualquiera de los casos, este trabajo pone en relieve la necesidad de promover la actividad física como medida para la prevención de la discapacidad, independientemente, de la pérdida de peso o no que pueda asociar. Aunque continua sin dilucidar la cuestión acerca de cuál es el factor determinante para la mejora de la funcionalidad a través del ejercicio: si la propia práctica de AFTL como concluyeron Blair y Brodney30 en una revisión bibliográfica, o la pérdida de peso secundaria al ejercicio físico.4,31

Por otra parte, la menor hospitalización de los mayores que practican AFTL que fue identificada por Martin et al25 puede atribuirse a diferentes causas: que dichos ancianos gocen de un mejor estado de salud que no les haga enfermar y/o que, ante una hospitalización, su recuperación sea más rápida.

Finalmente, el estudio de Malmberg et al21 viene a corroborar la idea de que la participación en más actividades no se relaciona directamente con mayores beneficios de salud1 e identifica, al igual que Lan et al28, como pauta más eficaz para prevenir dificultades en la funcionalidad la práctica de ejercicio moderado o intenso al menos dos veces a la semana o el necesario para gastar 1000 kilocalorías/semanales.

Los resultados obtenidos por Shaw et al20 tienen importantes consecuencias para la práctica clínica si tenemos en cuenta que la adhesión, además de aumentar sensiblemente con la edad, es independiente y anterior en el tiempo a la aparición de los problemas funcionales y de salud asociados al envejecimiento. Este hecho puede ser  interpretado de manera que la práctica de ejercicio como actividad de ocio debiera ser un hábito ya desde la edad adulta e, incluso, desde la juventud, si lo que se pretende es maximizar los niveles de actividad física durante las últimas décadas de vida.

Entre los factores asociados significativamente con el desgaste de la práctica de ejercicio identificados por Jancey et al27, destacan la menor eficacia de la marcha percibida por el anciano y su sentimiento de soledad. Estos resultados concuerdan con los obtenidos anteriormente y que, además, relacionaban los sentimientos de poco apoyo socio-familiar con la menor auto-eficacia funcional percibida por el individuo32. Cabe señalar que todos los participantes en esta investigación tenían un historial nulo o muy pobre en cuanto a experiencias anteriores a la práctica de ejercicio por lo que se les consideraba, de antemano, propensos a abandonar la rutina de ejercicio.33

Ante los factores descritos, tanto por este autor como por Zaitune et al24  y Lampinen et al23 es importante señalar tanto su importancia en la práctica clínica para la identificación temprana de los agentes de riesgo como la necesidad de desarrollar medidas que intenten eliminarlos. Entre estas últimas estarían, por ejemplo, la inclusión de actividades que mejoren la marcha, la necesidad de un mayor estímulo y retroalimentación positiva por parte del instructor y la necesidad de individualizar y adaptar el programa de ejercicio a las capacidades y limitaciones de cada anciano en función de su estado de salud, para así consolidar su confianza en las actividades practicadas y evitar que sientan miedo y que patologías concominantes los limiten funcional y socialmente.

Además, los trabajos de Lampinen et al23 y Zaitune et al24 profundizan en los efectos positivos a nivel mental de las personas mayores, detectando concretamente menor incidencia de depresión y ansiedad en aquellos que sí participaban en alguna AFTL, patologías que ya han sido relacionadas con el mayor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular.34

Por último, los resultados de Tucker-Seeley et al26, señalan la importancia de considerar la seguridad del entorno a la hora de implementar actuaciones para el fomento de la actividad física en ancianos.

Cabe señalar como una limitación importante de algunos de estos estudios que, las cohortes más viejas eran menos conscientes de los beneficios de la actividad física ya que no habían sido objeto de tantas recomendaciones de promoción de la actividad física a lo largo de su vida35; en comparación con los grupos más jóvenes incluidos en la muestra. Esta característica parece indicar que en las siguientes generaciones serán más sensibles a esta recomendación de salud y menos proclives al abandono del ejercicio físico.

 

CONCLUSIONES

De los resultados obtenidos por esta revisión se desprende que prácticamente todas las intervenciones dirigidas a la prevención de la inactividad y problemas de movilidad y promoción de la salud también deben considerar el efecto sobre el bienestar mental y el envejecimiento saludable y “exitoso” de los ancianos.

  Actualmente, uno de los retos está en la planificación de actividades eficaces para aumentar la práctica de AFTL en los adultos mayores; para conseguirlo, es necesario conocer los factores asociados al abandono de la práctica de ejercicio en cada zona y, como los estudios analizados han revelado, la mayor parte de éstos son subsanables ampliando la oferta de actividades de grupo especialmente diseñadas para esta población y facilitando que sean aplicadas por profesionales que puedan transmitir y asegurar a los participantes la seguridad de las tareas a practicar en estos programas.

En cuanto a las actividades que más beneficios proporcionan a los mayores no se encontraron estudios que buscaran la evaluación de diferentes programas de ejercicio ni la determinación de los parámetros de entrenamiento más apropiados para esta población; recomendando, únicamente, superar el gasto de 1000 kilocalorías/semanales en la práctica de algún ejercicio, cuanto menos, de “intensidad moderada”.

 

 

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