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29 Mar 2007

Valoración de la extensibilidad isquiosural y morfotipo raquídeo en jugadores de fútbol sala

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Se valoró la disposición sagital del raquis dorsal y lumbar mediante un inclinómetro Unilevel en bipedestación relajada, flexión del tronco máxima desde bipedestación (test dedos-suelo) y desde sedentación (test dedos-planta) a 11 jugadores varones profesionales de fútbol sala (media ± SD, 23.8 ± 4.63 años).

Autor(es): Dr. Pedro Ángel López Miñarro * Ldo. Jorge Sánchez Lorente † Dr. Juan Luis Yuste Lucas * Dra. Pilar Sáinz de Baranda Andújar ‡
Entidades(es): Facultad de Educación. Universidad de Murcia. España. Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Universidad Católica San Antonio de Murcia. ‡ Facultad de la Salud, la Actividad Física y del Deporte. Universidad Católica San Antonio de Murcia. Área comunicación:
Congreso: III Congreso Nacional Ciencias del Deporte
Pontevedra– 29-31 de Marzo de 2007
ISBN: 84-978-84-611-6031-0
Palabras claves: postura, raquis, extensibilidad, isquiosurales, fútbol sala.

RESUMEN

Se valoró la disposición sagital del raquis dorsal y lumbar mediante un inclinómetro Unilevel en bipedestación relajada, flexión del tronco máxima desde bipedestación (test dedos-suelo) y desde sedentación (test dedos-planta) a 11 jugadores varones profesionales de fútbol sala (media ± SD, 23.8 ± 4.63 años). También se valoró la extensibilidad isquiosural mediante el test de elevación de pierna recta en ambas piernas y la distancia alcanzada en los test dedos-suelo y dedos-planta. En bipedestación, la muestra estudiada refleja una media de 53.27º ± 8.85º para la curva dorsal, y una media de 33.55º ± 5.80º para la curva lumbar. Los ángulos de la curva dorsal para el dedos-planta y dedos-suelo fueron de 73.36º ± 10.49º y 62.91º ± 9.80º, respectivamente. En cuanto a la curva lumbar, los valores fueron 23.36º ± 4.86º y 27.18º ± 5.46º, respectivamente. Los valores de extensibilidad isquiosural están dentro de los rangos de normalidad en todos los tests. En conclusión, la disposición del raquis de jugadores de fútbol sala muestra un morfotipo cifótico estático y dinámico alterado, mientras que el morfotipo lumbar y la extensibilidad isquiosural se encuentran en valores normales.

INTRODUCCIÓN.

La práctica físico-deportiva presenta diferentes efectos sobre los sistemas y órganos del cuerpo humano, entre ellos, el sistema músculo-esquelético. El mantenimiento de posturas inadecuadas y la repetición de determinados gestos deportivos de forma sistematizada puede predisponer a patologías raquídeas (Pastor, 2000). Diversas investigaciones han evaluado el morfotipo raquídeo de deportistas o personas activas. Pastor (2000) evaluó el morfotipo raquídeo y extensibilidad isquiosural en nadadores de categoría infantil y promesa encontrando una alta frecuencia de morfotipos cifóticos y cortedad isquiosural. Santonja (1990) realizó una evaluación de 471 deportistas adultos jóvenes, obteniendo un índice cifótico que superaba el límite de la normalidad. Wojtys et al. (2000) han observado una asociación significativa entre la angulación de las curvas dorsal y lumbar con el tiempo de entrenamiento en deportistas jóvenes, estando relacionadas las curvas de menor magnitud con una escasa participación deportiva. López-Miñarro (2003) evaluó el morfotipo raquídeo en bipedestación de varones adultos que realizan acondicionamiento muscular en gimnasios privados, encontrando un alto porcentaje de sujetos con hipercifosis dorsal. Martínez (2004) valoró la disposición sagital del raquis y la extensibilidad isquiosural en una muestra de 82 gimnastas de rítmica de competición entre 7 y 15 años, y encontró un aumento de la inversión lumbar por encima de los rangos de normalidad en movimientos de flexión del tronco. En cuanto a la cifosis dorsal, ésta se encontraba dentro del rango de normalidad. En relación a la práctica del fútbol, han sido varios los estudios que han valorado el morfotipo raquídeo, encontrando que los jugadores de fútbol presentaban una menor cifosis dorsal que un grupo control de sedentarios de la misma edad (Wodecki et al., 2002; Uetake y Ohtsuki, 1993). Sin embargo, Sáinz de Baranda et al. (2001), al evaluar a 78 futbolistas profesionales encontraron un índice cifótico por encima de la normalidad. Strong y Titlow (1997) evaluaron el rango de movimiento sagital del raquis lumbar en una muestra de jugadores de fútbol jóvenes. No obstante, todos estos estudios se han realizado en deportistas de fútbol 11. No conocemos estudios que hayan valorado la disposición raquídea ni la extensibilidad isquiosural de jugadores de fútbol sala. Por otro lado, la extensibilidad de la musculatura isquiosural es, de forma general, un componente importante en la condición física saludable y, en particular, de la salud de la columna vertebral. Así, la cortedad de la musculatura isquiosural se ha relacionado con algias lumbares (Biering-Sorensen, 1984; Cailliet, 1988; Wherenberg y Costello, 1993), deformidad raquídea (Fisk et al., 1984), espondilolisis y espodilolistesis (Santonja et al., 1995; Standaert y Herring, 2000), hernias discales (Harvey y Tanner, 1991; Takata y Takahashi, 1994) lesiones musculares (Cabry y Shiple, 2000; Croisier et al, 2002) y alteraciones en el denominado ritmo lumbo-pélvico (Esola et al., 1996). Las consecuencias de la cortedad isquiosural en los movimientos de flexión del tronco se concretan en un aumento de la cifosis dorsal que provocaría un aumento del estrés de cizalla anterior (McGill, 2002; Yingling y McGill, 1999), una mayor presión en la parte anterior de los cuerpos vertebrales (Ferrer, 1998; Pastor, 2000), un mayor riesgo de protrusión del núcleo pulposo y desgarros en las fibras más internas del anillo fibroso, así como una mayor deformación de los tejidos visco-elásticos del arco posterior del raquis (Gedalia et al., 1999). Por todas estas circunstancias, tanto la correcta disposición de la columna vertebral en el plano sagital, como el mantenimiento de una buena extensibilidad de la musculatura isquiosural son factores claves en la prevención de patologías de la columna vertebral y de los problemas articulares provocados por la repetición sistemática de movimientos de flexión de tronco. En este sentido, el objetivo del presente trabajo es valorar la disposición sagital de la columna vertebral en bipedestación y flexión máxima del tronco, así como la extensibilidad isquiosural, para realizar una aproximación al morfotipo raquídeo del jugador de fútbol-sala.

MATERIAL Y MÉTODOS

Muestra En este estudio participaron 11 jugadores varones de élite de fútbol sala pertenecientes al Club Polaris World Fútbol Sala. Las medias (SD) de edad, estatura y peso fueron de 23.8 (4.63) años, 172.2 (8.71) cm., y 70.0 (12.28) kg., respectivamente. Se establecieron como criterios de inclusión no presentar limitaciones músculo esqueléticas o dolor en la zona lumbar que pudieran limitar la perfecta ejecución de los tests, que hubieran pasado más de tres horas desde que se levantaron de la cama y no haber realizado actividad física alguna en las últimas 24 horas. Todos los sujetos fueron asintomáticos en el momento de la valoración. Procedimiento Los sujetos fueron informados sobre el procedimiento del estudio antes de la valoración y cumplimentaron un consentimiento informado. El estudio fue aprobado por el Comité Ético y de Investigación de la Universidad Católica San Antonio de Murcia. Los sujetos fueron examinados en ropa interior y descalzos. Todas las medidas fueron tomadas durante la misma sesión de valoración y bajo la misma temperatura ambiente (25º C). Los sujetos no realizaron ejercicios de activación o estiramientos antes de la medición, ni durante la misma. Los tests fueron administrados por tres exploradores experimentados. Inicialmente, se valoró la disposición sagital de las curvas dorsal y lumbar en bipedestación relajada. A continuación, los deportistas realizaron en un orden aleatorio los tests de elevación de la pierna recta (EPR) en ambas piernas, el test dedos-planta (DD-P) y el test dedos-suelo (DD-S). Las curvaturas torácica, lumbar, distancia alcanzada y posición de la pelvis fueron medidas cuando los sujetos alcanzaron la máxima flexión de tronco y se registraron con una precisión de 1 grado. Cada medición se realizó con un inclinómetro Unilevel (ISOMED) en tres ocasiones, utilizando la media para el análisis de datos. Exploración Clínica. Bipedestación en posición habitual. Para medir la curva dorsal, la colocación del inclinómetro se estableció al inicio de la curvatura torácica, colocándose en esta posición a 0º, y, a continuación, se contorneó el perfil de la espalda hasta la zona donde se obtuvo el mayor valor angular (final de la curvatura cifótica) generalmente coincidente con T12- L1, obteniendo el grado de cifosis dorsal. En la zona en la que se determinó el mayor grado de cifosis dorsal, se niveló el inclinómetro a 0º y se colocó en el inicio del pliegue interglúteo, en L5-S1. Para clasificar a los sujetos se siguieron las referencias de Santonja (1993) para la curva dorsal y de Pastor (2000) para la curva lumbar. Flexión del tronco (test SR y TT) Previamente a las mediciones se marcó la apófisis espinosa de T12, en base al protocolo descrito por Madson et al. (1999). Para la medición de la cifosis dorsal, el inclinómetro se colocó al inicio de la curvatura torácica, colocándolo a 0 grados. A continuación, se colocó en T12, obteniendo el grado de la curva dorsal. Para la obtención de la curva lumbar, el inclinómetro se colocó en T12 a 0 grados y, a continuación, se colocó en L5. Distancia alcanzada Para establecer la distancia alcanzada en los test de flexión de tronco (DD-P y DD-S), se utilizó un cajón ACUFLEX (altura de 36 cm) con una regla milimetrada adosada que permite establecer la distancia alcanzada por el sujeto. El valor 0 cm correspondió a la tangente de las plantas de los pies del sujeto, siendo positivos los valores cuando las falanges distales del carpo superaron la tangente, y negativos cuando no la alcanzaron. Test de Elevación de la Pierna Recta (EPR) La extensibilidad isquiosural fue valorada en ambas piernas mediante el test angular EPR, utilizando el inclinómetro. Para la realización del test, el deportista se situaba en decúbito supino sobre una camilla con el Lumbosant colocado bajo el raquis lumbar. Un explorador colocaba una mano fijando la pierna no explorada y la pelvis. La posición del tobillo de la pierna elevada se estableció en 90 grados. Con las rodillas en extensión, otro explorador realizaba una flexión pasiva coxofemoral de forma lenta y progresiva, hasta que el explorador notaba una retroversión de la pelvis (Pope et al., 1985) o el deportista manifestaba dolor en el hueco poplíteo (Hyytyäinen et al., 1991), momento en el que se procedía a la medición en grados. Las consignas que se aportaron a los sujetos a explorar fueron: “Vamos a elevar la pierna poco a poco. Tienes que dejarla totalmente relajada y has de soportar el estiramiento todo lo que puedas hasta que la tensión te provoque dolor en la zona posterior del muslo y/o hueco poplíteo, momento en el que debes avisarnos, diciendo ¡Ya!”. Para realizar la medición se colocó el inclinómetro en la meseta tibial, colocándolo a cero grados en la posición inicial y estableciendo los grados de flexión al finalizar la misma. Esta medición se llevó a cabo en ambas piernas por separado y de forma aleatoria. Para clasificar la extensibilidad isquiosural se siguieron las referencias de Ferrer (1998): normalidad (? 75º), cortedad grado I (74º – 61º) y cortedad grado II (? 60º). Tratamiento estadístico. Se realizó una estadística descriptiva de cada una de las variables con la obtención de la distribución de frecuencias basándose en las referencias de normalidad para el test EPR. Las variables continuas se presentan como medias ± desviación típica. Tras comprobar que las variables siguen una distribución normal mediante la realización del test de normalidad de Shapiro-Wilk, la comparación del valor EPR entre ambas piernas se realizó mediante la prueba de la t de Student para muestras apareadas. Para establecer las correlaciones entre los valores del EPR de ambas piernas y entre diferentes variables se utilizó el test de Pearson. Todos los datos fueron analizados usando el SPSS 12.0 y el nivel de significación fue de p < 0.05.

RESULTADOS

En la figura 1 se presentan los valores angulares para las curvas torácica y lumbar en bipedestación y en los tests en flexión máxima de tronco. En el análisis de datos se ha encontrado una correlación moderada y significativa (r = 0.79, p <0.01) entre la cifosis dorsal de los tests de flexión máxima de tronco (DD-S y DD-P). En relación a las referencias de normalidad, 9 de los jugadores presentan una hipercifosis dorsal y sólo 2 tienen valores normales. En cuanto a la lordosis lumbar, 10 jugadores tienen una curva normal y sólo 1 jugador presenta una hiperlordosis lumbar. En la tabla 1, se presentan los valores de extensibilidad isquiosural en base a los tests lineales (DD-P y DD-S), y al test EPR para ambas piernas. La correlación entre ambas piernas en el EPR es alta (r = 0.89, p <0.001). Así mismo, no existen diferencias significativas entre los valores angulares medios de ambas piernas en el test EPR. Al clasificar los valores del test EPR en base a las referencias de normalidad, 8 de los jugadores presentan una extensibilidad normal, mientras que tres jugadores tienen cortedad grado I. Asimismo, existe un elevado índice de correlación (r = 0.85, p<0.001) entre la distancia alcanzada en los test DD-S y DD-P. Al relacionar la extensibilidad isquiosural con la disposición del raquis en flexión del tronco encontramos una moderada correlación negativa entre el test EPR y la cifosis dorsal en el test dedosplanta (r= – 0.67, p <0.05), mientras que la correlación con el dedos-suelo no alcanza significación estadística (r= -0.45).

Figura 1. Media ± desviación típica de las curvas dorsal y lumbar en bipedestación y en los test dedos-planta y dedos-suelo.

Figura 1. Media ± desviación típica de las curvas dorsal y lumbar

Tabla 1. Valores de la extensibilidad isquiosural en los tests lineales (dedosplanta y dedos-suelo) y en el test de elevación de pierna recta.

Tabla 1. Valores de la extensibilidad isquiosural en los tests lineales

DISCUSION

En este estudio se ha valorado la disposición sagital del raquis y la extensibilidad isquiosural en una muestra de jugadores de fútbol sala con objeto de valorar si la práctica continuada de este deporte condiciona un morfotipo raquídeo determinado.

Los resultados muestran que la mayoría de los jugadores evaluados presentaban una hipercifosis leve y una lordosis lumbar normal en bipedestación relajada. Así mismo, los valores angulares obtenidos para las curvas dorsal y lumbar cuando los sujetos realizaban los tests de flexión máxima de tronco indican una tendencia a la hipercifosis dorsal e inversión lumbar leves. Estos datos coinciden con los aportados por López Miñarro (2003), que al evaluar a 772 sujetos que realizan ejercicios de acondicionamiento muscular en gimnasios privados de la Región de Murcia, encontró una cifosis dorsal en bipedestación relajada de 46,34º ± 8,42º (hipercifosis dorsal leve) y un valor medio para la lordosis lumbar de 32,22º ± 7,70º (normalidad). Santonja (1990) en una muestra de 366 deportistas varones, al clasificarlos en base al índice cifótico, encontró que un 48% presentan una hipercifosis dorsal leve y un 24% una hipercifosis dorsal moderada. Los estudios que valoran el morfotipo raquídeo en futbolistas muestran datos contradictorios. Los resultados obtenidos en el presente estudio coinciden con los obtenidos por Sáinz de Baranda et al. (2001), que estudiaron a 78 futbolistas profesionales y obtuvieron un índice cifótico por encima de la normalidad y un índice lordótico normal. Sin embargo, otros estudios con futbolistas adultos han obtenido resultados diferentes en relación con la curva dorsal. Wodecki et al. (2002) al valorar la disposición sagital del raquis de 31 jugadores de fútbol frente a 47 sujetos voluntarios que no practicaban ninguna actividad deportiva, encontraron que los jugadores tenían una menor cifosis dorsal y una mayor lordosis lumbar que el grupo de voluntarios. Estos datos coinciden parcialmente con los de Uetake y Ohtsuki (1993) que evaluaron la disposición sagital del raquis en una muestra de 380 varones, realizando una comparación entre grupos según el deporte practicado. En el grupo de los jugadores de fútbol el grado de cifosis dorsal fue menor que la media, mientras que la lordosis lumbar era normal. En cuanto a la extensibilidad isquiosural destaca que la mayor parte de los deportistas evaluados alcanzan valores de normalidad, independientemente del test utilizado para la valoración. Sin embargo, tratándose de jugadores de élite que juegan en división de honor, deberían tener una mayor extensibilidad isquiosural, porque esta musculatura está implicada de forma importante en su actividad. Al igual que en este estudio, Sáinz de Baranda et al. (2001) evaluaron la extensibilidad isquiosural mediante el test EPR y encontraron pocos casos de cortedad isquiosural. Esola et al. (1996) encontraron que la cortedad isquiosural altera el ritmo lumbo-pélvico. Gajdosik et al (1992 y 1994) comprobaron que las personas con menor extensibilidad isquiosural presentan una mayor cifosis dorsal en posiciones de flexión máxima del tronco. En nuestro estudio existe una moderada correlación negativa entre la extensibilidad isquiosural y la disposición del raquis dorsal en el dedos-planta, lo que evidencia que una menor extensibilidad isquiosural aumenta el ángulo de la curva dorsal en máxima flexión del tronco.

CONCLUSIONES

El morfotipo raquídeo en bipedestación relajada y en los tests de flexión máxima del tronco en jugadores de fútbol sala tiende a la hipercifosis dorsal. Puesto que los valores de extensibilidad isquiosural son normales, no parece razonable que esta variable sea responsable de la hipercifosis dorsal observada en estos jugadores. Es preciso instaurar un programa de intervención postural para reducir la frecuencia de morfotipos cifóticos alterados.

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