JOVEN DEPORTISTA: DOPAJE Y NUTRICION (I)
Influencia de la nutrición y ayudas farmacológicas en los jóvenes deportistas (1ª parte)
Definición de Dopaje
Desde siempre el ser humano ha intentado que el consumo de plantas y brebajes le posibilitara una mejora de sus limitaciones e incluso como aporta Yesalis (1993) con el objeto de mejorar su aptitud física. Las presiones juegan un papel preponderante en el deportista de alto rendimiento, quien busca superarse a partir de la obtención del éxito. El uso del dopaje aparece como una alternativa errónea de solución mágica que involucra tanto al deportista como a su entorno. De acuerdo con el Comité Olímpico Internacional (COI), el doping es la administración o uso por parte de un atleta de cualquier sustancia, fisiológica o no, ajena al organismo tomada en cantidad anormal o por una vía anormal, con la sola intención de aumentar de un modo artificial y deshonesto su actuación en la competición; antes, durante o después de la competencia misma.
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Cuando se requiere tratamiento médico con alguna sustancia que pueda aumentar el rendimiento del atleta, también es considerado dopaje. Se recurre para estimularse o sedarse, aumentar o disminuir su peso, su masa muscular y su fuerza, su capacidad cardíaca, concentración, calmar la fatiga, incluso la provocada por su entrenamiento. En definitiva, para obtener el triunfo con el menor esfuerzo. Para implementar este concepto, el Comité Olímpico Internacional ha publicado una lista de sustancias prohibidas y ha desarrollado un programa de detección de drogas en los Juegos Olímpicos y competiciones de alto nivel para detener el uso de estas sustancias. Para el Comité Olímpico Internacional doping es: “El uso de un artificio (sustancia o método), potencialmente peligroso para la salud de los deportistas y/o susceptible de mejorar su rendimiento, o la presencia en el organismo de un deportista de una sustancia, o la constatación de un método, que figuren en la lista anexa al Código Antidopaje del Movimiento Olímpico” (Conferencia Mundial sobre el Dopaje en el Deporte. Declaración de Lausanne 1999).
El dopaje actúa contra: La salud del atleta, la ética médica y deportiva y la justa competición. Estas sustancias pueden resultar peligrosas para la salud por las siguientes circunstancias:
- La utilización de dosis masivas de sustancias.
- La combinación de diversas sustancias.
- Las propias características de riesgo de las sustancias empleadas.
Hay que tener en cuenta dos hechos importantes:
- La extensión de la práctica del doping a otras poblaciones distintas a los deportistas de élite, especialmente la gente joven cualquiera que sea su nivel de deporte.
- La naturaleza de los métodos de dopaje y la peligrosidad de los productos utilizados (especialmente productos hormonales).
A este respecto, la evolución de los productos terapéuticos, medicamentos y procesos, nos permite prever muchas posibilidades y malos usos para el futuro por el incremento de sustancias indetectables. Por ello el dopaje, en un principio limitado a pocos deportes, se ha generalizado y el número de controles positivos es dudoso porque existen algunas sustancias de difícil detección o que no pueden ser detectadas por los métodos actuales de control.
El dopaje ayuda a mejorar el rendimiento mediante el incremento de la resistencia física o por la disminución de los signos de alerta (fatiga, dolor, etc.), por ello los riesgos de lesiones aumentan. Los efectos secundarios a corto plazo son bien conocidos y se han producido algunas muertes entre los deportistas. Los efectos a largo plazo serán evaluados en pocos años. Dada la toxicidad de muchos productos, es previsible el riesgo importante de tumores y enfermedades cardiovasculares. Esta acción atenta contra todos los principios, fundamentos y ética de la práctica deportiva. Lamentablemente el riesgo más temido suele ser la sanción disciplinaria que corresponde si llegara a ser descubierto su acción, en lugar de los perjuicios psicológicos o físicos que pueden acarrear esta conducta. En las conductas de dopaje vemos un mecanismo, donde el acto del doping no incumbe solo al atleta, sino también a otros; médico, entrenador, dirigentes, o sus compañeros.
Historia
Nos podríamos plantear la temática en torno a la culpabilidad y responsabilidad de los dopados, ya sea por parte del médico, del entrenador, del deportista o de las instituciones. No hay dudas de que el doping es un ejemplo de los numerosos intentos que a través de la historia el hombre ha realizado para mejorar artificialmente su propia resistencia a la fatiga al participar en la guerra, en la caza y en el deporte, mezclando con frecuencia la terapia, la magia y la brujería. La humanidad, incapaz de aceptar libremente sus limitaciones físicas y mentales, siempre ha buscado formas mágicas en un intento de superar con el mínimo esfuerzo sus posibilidades naturales. En ese empeño ha utilizado diversos métodos alimenticios y medicamentosos, no siempre lícitos, que pueden considerarse precursores de la práctica que hoy en día se conoce como dopaje. El uso de drogas en el deporte es muy antiguo, se remonta por lo menos al siglo III a. C. En Roma, los gladiadores usaban estimulantes para vencer la fatiga y las lesiones, mientras que otros atletas experimentaban con cafeína, alcohol, nitroglicerina, opio y estricnina. En la era precolombina, los incas mascaban hojas de coca en sus ritos, trabajos y luchas. A finales del siglo XIX y durante varias décadas del XX, las sustancias más utilizadas eran estricnina, cafeína, heroína y cocaína.
El doping hormonal se inicia con anabólicos esteroides, que se introducen en el deporte a principios de los años 60. Sin embargo, no fue hasta 1968, en los Juegos Olímpicos celebrados en México y en los de Invierno, en Francia, cuando se instauraron por primera vez las pruebas antidoping. Desde entonces, éstas han aumentado en cantidad, calidad y complejidad porque el tipo de drogas, las formas de administración y los métodos para superar fraudulentamente los exámenes mejoran día a día. Debido a los efectos negativos del dopaje en el deporte y los enormes riesgos para la salud que implica su uso, el Comité Olímpico Internacional — que entre otras muchas cosas, regula lo relativo al uso de drogas entre quienes participan en competiciones con reconocimiento oficial— periódicamente elabora y difunde una lista de las sustancias prohibidas. Aunque muchos de los deportistas las evitan, cada vez hay más casos de hombres y mujeres que las utilizan para competir.
Existen múltiples factores para considerar. El inmediato abordaje desde lo psicológico y desde la mirada de la psicología deportiva, es fundamental, interesarse por el bienestar físico y emocional del atleta, y mantener la convicción de que el cambio es una posibilidad siempre presente, como la del logro deportivo sin necesidad de incurrir en “soluciones mágicas”. La necesidad de considerar seriamente el aspecto preventivo crece día a día. Se trata de comenzar a implementar medidas que apunten no solo a superar un problema ya instalado en clubes e instituciones deportivas, sino también que tenga en consideración a los más pequeños y a quienes aún no han acudido a una actitud de doping, los niños que se inician en una práctica deportiva y que pueden llegar a transformarse en deportistas profesionales el día de mañana. Así como todos los ciudadanos poseen por ley el derecho a la seguridad y la salud de igual modo deben beneficiarse los deportistas. Es necesario adoptar un especial control sobre los deportistas jóvenes, y fundamentalmente los que ven el deporte una posibilidad de dedicarse a el de manera profesional.
La aparición y rápida extensión del doping durante los últimos años, se debe en gran parte a factores por fuera de la esencia misma del deporte, por ejemplo el abuso de fármacos que se registra en la actualidad, junto con la presión que la sociedad, clubes, dirigentes y representantes, ejercen sobre sus deportistas favoritos, a quienes se le exige permanentemente una superación continua de su rendimiento. El profesionalismo impulsado por las empresas y los lucrativos contratos publicitarios, televisivos, de sponsors, etc., llevan a los deportistas a esfuerzos tremendos y a una superación continua de mejora del propio deportista. En reiteradas oportunidades vemos, en esa carrera frenética y desenfrenada por el éxito, la disminución del tiempo necesario para la recuperación física y psicológica del deportista, donde lo más importante es el triunfo y sus consecuentes beneficios; personales, económicos o la posibilidad de fantasear con un futuro promisorio.
Cuando el desenfreno es excesivo y los logros no se suceden, cuando no hay un espacio para la reflexión, un lugar para la tolerancia del fracaso, el fracaso como incorporación de experiencia inmediata que bien puede ser analizada y entendida, para quizás no volver a cometer los mismos errores, muchas veces, en situaciones similares o semejantes, suele manifestarse como alternativa equívoca, el uso del doping. La Agencia Mundial Antidopaje, creada como consecuencia de la conferencia de Lausanne, a principios de 1999 parece funcionar pero no con la contundencia y eficacia esperada y aun se ve lejana en el horizonte la elaboración de un protocolo de control y detección del doping y la creación de una lista universal que agrupe a todas las sustancias y métodos considerables como ilegales e implique a todas la Federaciones: es necesario atajar de una vez el problema de una forma coordinada y gestionada correctamente ya que el avance tecnológico es imparable.
Próximamente: Joven Deportista: Dopaje y Nutrición (2ª parte)
Autor(es): Prof. Dr. Dª Covadonga Mateos Padorno de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
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