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2 Mar 2012

La mujer en el fútbol: imagen social, estereotipos y discriminación

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La creencia de que la participación en deportes de competición tiende a masculinizar a las mujeres se ha encontrado en la investigación en una gran variedad de poblaciones (Harres, 1968; Sherif, 1971).

Autor(es): M. Rocío Bohórquez y Carlos Sánchez
Entidades(es): Universidad de Sevilla
Congreso: XIII Congreso Andaluz de Psicología de la Actividad Física y el Deporte
Sevilla España, 17-19 de Noviembre de 2011
ISBN:978-84-939424-1-0
Palabras claves: mujer en el futbol;a

La mujer en el fútbol: imagen social, estereotipos y discriminación

Resumen

Este estudio examinó de forma preliminar los estereotipos de género de jugadores y jugadoras semiprofesionales de fútbol

Introducción

La creencia de que la participación en deportes de competición tiende a masculinizar a las mujeres se ha encontrado en la investigación en una gran variedad de poblaciones (Harres, 1968; Sherif, 1971). Esta creencia es coherente con los estereotipos imperantes sobre las mujeres y que contrastan con los rasgos asociados con el éxito de los atletas (Cann, 1991; Harris, 1981). Que las mujeres atletas sean vistas como “masculinas”, puede deberse más a la tendencia de mujeres grandes y fuertes a mantenerse en la actividad deportiva de competición (tal vez en relación a mejores resultados deportivos) que a una posible masculinización de las mujeres atletas.
Algunos deportes son vistos como más masculinos que otros, atrayendo preferentemente a más hombres que mujeres (sería el caso del fútbol o del rugby), mientras que otros deportes tradicionalmente “femeninos” atraen a más mujeres (ballet o patinaje artístico serían posibles ejemplos). En contraste, existen algunos deportes cuya práctica parece ser aceptable por ambos géneros (Cratty, 1983) como la natación, el tenis o la hípica. Pareciera que los deportes de contacto han estado reservados para la práctica masculina mientras que aquellos que potencian la armonía han estado acotados al terreno de las mujeres (Bohórquez, 2008); en la misma línea, tradicionalmente las mujeres han participado en deportes individuales en vez de hacerlo en deportes de equipo (DeBacy, Spaeth, y Busch, 1970).  Incluso las mujeres clasifican deportes como el fútbol poco femeninos  en comparación con otros como el voleibol (Salisbury y Passer, 1982).

Las personas aprenden a través de la socialización qué deportes se consideran masculinos, neutros o femeninos y por lo tanto los estereotipos de género se adquirirían durante los primeros años. Corbin y Nix (1970) encontraron que durante la escolarización primaria, niñas y niños ya consideraban que una tarea de competencia implica energía, velocidad y fuerza, características que atribuían preponderantemente a los hombres en los hombres.

Estos estereotipos de género probablemente estén influenciando la elección y/o la participación de las mujeres en uno u otro deporte (Bohórquez, 2008), especialmente en los períodos críticos del desarrollo como pudiera ser la adolescencia (Palacios y Marchesi, 2002).

Entre los factores que influyen en ayudar o entorpecer la participación regular en una determinada actividad física se encuentran –entre otros- los factores situacionales, entre los que se encuentra el entorno social formado por la familia, los compañeros, etc. Sobre el respaldo social, Weinberg y Gould (1996) indican que el respaldo social positivo (actitud positiva hacia la Actividad Física realizada, entusiasmo por los progresos efectuados y disposición de recursos temporales y materiales para el desarrollo del ejercicio) aumenta la tasa de permanencia en un 75%.

Así, la existencia de estereotipos negativos traducida en perjuicios hacia el desarrollo de una determinada modalidad deportiva reduciría drásticamente el apoyo social recibido para la realización de la misma, dando lugar a situaciones de desigualdad.

Como ya señalaron Hornsey y Hogg (2000), “los prejuicios, la discriminación, los estereotipos negativos y los comportamientos agresivos subsiguientes forman un subconjunto de estrategias capaces de crear y/o mantener un estado de distintividad y por lo tanto de exclusión”.

Así, por ejemplo, en el caso del fútbol femenino son comunes afirmaciones del tipo el fútbol femenino ni es fútbol ni es femenino” que niegan una imagen positiva de las jugadoras de fútbol llegando incluso a limitar su acceso a los recursos deportivos (Messner, 2002) -al ser un deporte “de hombres” los recursos de las Federaciones  han ido clásicamente dirigidos a éstos, escaseando los recursos humanos, materiales, de infraestructuras y organizacionales para la práctica femenina de éste deporte-.

El Presidente de la FIFA Joseph Platter (2008) afirmaba acerca del fútbol:

“El futuro es femenino. Llegará un momento en que habrá tantas mujeres como hombres jugando al fútbol, ofreciendo espectáculos de igual o aún mayor calidad y belleza.”

A pesar de afirmaciones de este tipo, del creciente apoyo institucional que recibe el fútbol femenino (son cada vez más comunes las iniciativas de la Real Federación Española de Fútbol en torno a la legislación y potenciación de esta modalidad) y de los esfuerzos sociales que se llevan a cabo desde la iniciativa privada (clubes de fútbol españoles como el Barça CF, Sevilla FC o Rayo Vallecano CF cuentan con equipos femeninos que militan en la máxima categoría femenina del fútbol español), los estereotipos en torno a la masculinidad de las jugadoras de fútbol parecen seguir vigentes (referencias).

La masculinidad y la feminidad a menudo son vistas como opuestos, sin embargo, muchos teóricos (Bem, 1974; Spence, 1978) postulan la masculinidad y la feminidad como rasgos separados y no como extremos opuestos de un continuo. Desde esta perspectiva, mujeres atletas podrían mantener su feminidad incluso si están físicamente “masculinizadas” por la participación en deportes competitivos.

Así, el objetivo del presente estudio es examinar los estereotipos acerca de la masculinidad/feminidad de diferentes deportes con el fin de identificar los posibles estereotipos que pudieran estar generando una situación de desigualdad en deportes como el fútbol cuando éste es practicado por mujeres.

Se espera que:

      • Hipótesis 1: tanto hombres como mujeres evalúen el fútbol como un deporte eminentemente masculino sea cual sea el género del practicante.
      • Hipótesis 2: que no sean evaluados como masculinas otras modalidades deportivas clásicamente tomadas como neutras o femeninas.
      • Hipótesis 3: que las mujeres practicantes de fútbol evalúen este deporte con índices de masculinidad significativamente inferiores a los dados en las evaluaciones de los hombres.

Método

Participantes

Se seleccionaron setenta y dos sujetos, 47 hombres y 25 mujeres, todos ellos futbolistas con una edad promedio de 20,3 años y desviación tipo 2,4.

Materiales:
Se creó un formato en el que se presentaban los establecimientos de objetivos de seis deportistas pertenecientes a tres modalidades deportivas diferentes (fútbol, pádel y patinaje artístico como deportes tradicionalmente masculino, neutro y femenino respectivamente), un hombre y una mujer para cada modalidad deportiva; en estos establecimientos de objetivos se destacaban el fin de llegar a la máxima categoría deportiva y de triunfar así como la certeza de saber que las propias cualidades deportivas eran superiores al de la media de deportistas de la categoría en la que competía. Tras los establecimientos de objetivos, se presentaban dos escalas  tipo Likert 1-5 por párrafo-deporte en el que el 1 se correspondía con nada femenino/masculino y el 5 con totalmente femenino/masculino.

Procedimiento:
Se entregó a cada participante un formulario en el que debían leer los seis ejemplos de establecimientos de objetivos y puntuar, sucesivamente, feminidad y masculinidad de cada uno de los ejemplos presentados.

Después de completar el formulario se pidió a los participantes que indicaran en la trasera del documento únicamente género y edad como datos sociodemográficos.

Los resultados obtenidos se muestran en puntuaciones medias de feminidad y masculinidad otorgados por los participantes para cada deporte (tabla 1).

Tabla 1. Puntuaciones medias de masculinidad y feminidad.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 20

 

Estos resultados indican un aumento en la evaluación de la feminidad asociada a los diferentes establecimientos de objetivos de los deportistas a medida que nos desprendemos de los deportes tradicionalmente considerados masculinos y nos acercamos a aquellos considerados femeninos. La tendencia inversa se observa en la evaluación de la masculinidad de los casos presentados: se evalúan menos masculinos los deportes tradicionalmente femeninos.

La prueba t de Student demostró que ambos efectos fueron significativos: mujeres y hombres eran considerados más femeninos cuando se describían como participantes en patinaje artístico que cuando jugaban al fútbol (t = 5.76, p <.0001 para mujeres y t =
4.18, p <.001 para hombres). Del mismo modo, ambos géneros se han considerado menos masculinos cuando se describen como participantes patinaje artístico en comparación con su participación en fútbol (t = 4.46, p < .001 para mujeres y t = 3.82, p <.002 para hombres). De este modo las hipótesis 1 y 2 acerca de la evaluación del fútbol como deporte eminentemente masculino frente a otros deportes quedan confirmadas.

Por otro lado, las mujeres practicantes de fútbol evaluaron este deporte con índices de masculinidad significativamente inferiores a los dados en las evaluaciones de los hombres (t = 4.83, p <.0001).

Discusión

Los resultados de estudio muestran que, a pesar de que en líneas generales los hombres son percibidos como más masculinos que las mujeres y las mujeres como más femeninas que los hombres, su participación en modalidades deportivas percibidas como disonantes con su género pueden alterar la percepción que de estos deportistas se tiene, masculinizándolas a ellas o feminizándolos a ellos. Queda por tanto patente que nuestra sociedad mantiene los estereotipos de género en lo relativo a la participación en algunos deportes, pudiendo este hecho tener un impacto importante en la iniciación y/o el mantenimiento de los deportistas en determinadas modalidades deportivas. Estos resultados son coherentes con estudios previos (Matteo, 1986), quien encontró que cuanto más masculinos/femeninas (cuanto más cercanos al estereotipo propio de su género) eran los sujetos, más evitaban la práctica de una actividad física “inadecuada”.

Salisbury y Passer (1982) determinaron que incluso las mujeres clasificaban deportes como el fútbol poco femeninos  en comparación con otros como el voleibol, de el presente estudio se desprende que esta identificación ocurre incluso cuando las mujeres que evalúan la masculinidad/feminidad del fútbol son practicantes de este deporte. Este dato resulta coherente con los aportes de Skevington y Baker (1989), quienes llaman a la cautela a la hora de de asumir que todas las mujeres perciben la feminidad y sus correlatos deportivos de la misma manera; tal vez para nuestra muestra de futbolistas desplegar actitudes caracterizadas como masculinas no resta en su autoimagen de feminidad.

Quedaría por determinar la existencia/inexistencia de apoyo social percibido y recibido con el que cuentan las futbolistas de este estudio, así como la posibilidad de que aquellas que no lo tuvieron (tal vez como resultado de los prejuicios presentes en su entorno social) no continuaran en la actividad deportiva y por lo tanto no hayan formado parte de esta muestra.

El presente estudio cuenta con algunas limitaciones que han de ser tenidas en cuenta a la hora de llevar a cabo las conclusiones del mismo:

      • En primer lugar, no se llevó a cabo un estudio previo que permitiera determinar qué deportes eran típicamente percibidos como femeninos, masculinos o neutros, existiendo la posibilidad de que las elecciones realizadas en este sentido (fútbol, pádel y patinaje artístico) no sean todo lo representativas de las categorías a las que se han asociado como sería deseable.
      • En segundo lugar, la muestra escogida está formada por futbolistas (tanto hombres como mujeres), por lo que la pertenencia a una de las categorías escogidas puede estar sesgando las respuestas que se dan al evaluar masculinidad o feminidad para un determinado contexto. A pesar de que la pertenencia a la categoría fútbol de los sujetos pueda aportar matices a la investigación, habría sido recomendable contar con un grupo control a fin de poder sacar conclusiones válidas en lo que a dicho contexto de evaluación se refiere.
      • En tercer lugar, mayor variabilidad de la muestra (mayor rango de edad o mayor rango de adscripciones deportivas de los participantes en el estudio por ejemplo) podrían haber aportado mayor riqueza a los datos recogidos.
      • Por último, ha de tenerse en cuenta el reducido tamaño de la muestra.

Así, futuras investigaciones en esta línea deberían subsanar las carencias de este estudio con el fin de validar los resultados del mismo y que éste sirva como punto de partida para investigaciones que ahonden en los tipos de prejuicio, las implicaciones de los mismos y las medidas a adoptar para su necesario cambio.

Concluyendo, los datos de este estudio parecen apoyar la creencia de que los prejuicios “masculino” y “femenino” en relación a los diferentes deportes pueden tener efectos significativos sobre las modalidades deportivas escogidas por los jóvenes y, por lo tanto, sobre su libertad de elección.

Bibliografía

Bem, S. L. (1974). The measurement of psychological androgyny. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 42, 155-162.

Bohórquez, M. R. (2008). Mujer, elige tu deporte. Castilleja de la Cuesta: Mancomunidad de Desarrollo y Fomento del Aljarafe.

Cann, A. (1991). Gender expectations and sports participation. In L. Diamant (Ed.), Psychology of sports, exercise, and fitness (pp. 187-214). New York: Hemisphere Publishing.

Corbin, C. B., & Nix, C. (1979). Sex-typing of physical activities and success predictions of children hefore and after cross-sex competition. Journal of Sport Psychology, 1, 43-52.

Cratty, B. J. (1983). Psychology in contemporary sport: Guidelines for coaches and athletes (2nd ed.). Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.

DeBacy, D. L.; Spaeth, R.; Busch, R. (1970) What do men really think about athletic competition for women? Journal of Health, Physical Education,and Recreation, 41, 28-29. En Krane. V. (2008). FGendered social dynamics. En Beauchamp, M. R.; Eys, M. A. (2008). Group dynamics in exercise and sport psychology. New York: Routledge.

Eagly, A. H., & Steffen, V. J. (1984). Gender stereotypes stem from the distribution of women and men into social roles. Journal of Personality and Social Psychology, 46, 735-754.

Harres, B. (1968). Attitudes of students toward women’s athletic competition. Research Quarterly, 39, 278-284. En Cratty, B. J. (1983). Psychology in contemporary sport: Guidelines for coaches and athletes (2nd ed.). Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.

Harris, D. V. (1981). Femininity and athleticism. En G. R. F. Luschen & G. H. Sage (Eds.), Handbook of social science of sport (pp. 274-294). Champaign: Stipes.

Hornsey, M. J.; Hogg, M. A. (2000). Assimilation and diversity: an integrative model of subgroups relations. Personality and Social Psychology Review, 4. 143-156. En Krane. V. (2008). Gendered social dynamics. En Beauchamp, M. R.; Eys, M. A. (2008). Group dynamics in exercise and sport psychology. New York: Routledge.

Matteo, S. (1986). The effect of sex and gender-schematic processing on sport participation. Sex Roles, 15, 417-432.

Messner, M. A. (2002). Taking the field: Women, Men and sport. Minneapolis: University of Minnesota Press. En Krane. V. (2008). FGendered social dynamics. En Beauchamp, M. R.; Eys, M. A. (2008). Group dynamics in exercise and sport psychology. New York: Routledge.

Palacios, J.; Marchesi, A. (2002). Psicología evolutiva y educación. Madrid: Alianza.

Salisbury, J., & Passer, M. W. (1982). Gender-role attitudes and participation in competitive activities of varying stereotypic femininity. Personality and Social Psychology Bulletin, 8, 486-493.

Sherif, M. (1971). Girls compete??? In D. V. Harris (Ed.), DGWS Research Reports: Women in sports (pp. 31-35). Washington, DC: National Education Assoc.

Skevington, S.; Baker, D. (1989) The social identity of women. Newbury Park, CA: Sage. En Krane. V. (2008). FGendered social dynamics. En Beauchamp, M. R.; Eys, M. A. (2008). Group dynamics in exercise and sport psychology. New York: Routledge.

Spence, J. T., & Helmreich, R. L. (1978). Masculinity and femininity. Austin, TX: University of Texas.

Weinberg, R. S.; Gould, D. (1996). Fundamentos de psicología del deporte y el ejercicio. Barcelona: Ariel.

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